Antoni Vera, vicario general de la Diócesis de Mallorca. | Teresa Ayuga

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El vicario general de la Diócesis de Mallorca, Antoni Vera, remitió el pasado martes una circular a todos los integrantes del clero para que «se abstengan de hacer cualquier manifestación pública para preservar la efectividad de la investigación en curso, la buena fama de las personas y parar el escándalo cometido entre los fieles y la sociedad en general».

Con esta nota, Vera sale al paso «de los hechos protagonizados por dos sacerdotes de esta Diócesis en días pasados». Vera aludía a la denuncia que interpuso el canónigo Joan Darder tras ser atacado por el sacerdote Alfredo Miralles en plena calle la pasada semana, un enfrentamiento derivado de una denuncia previa interpuesta por un tercero contra el expárroco de Sant Sebastià por un supuesto delito de abusos sexuales.

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Lo más sorprendente de la comunicación de Vera es el tono que utiliza: «Nadie, en nombre propio, e tiene que atribuirse la condición de fuente del obispado. Las únicas declaraciones autorizadas y que reflejarán el parecer del obispado de Mallorca se transmitirán por los canales oficiales». Como colofón, el vicario general advierte que «si alguien causase un mayor escándalo incumpliendo este deber de silencio, se le aplicarían las medidas disciplinarias que establece la legislación canónica».

Retirada de la denuncia

Distintas fuentes han confirmado que el canónigo Joan Darder -al que un sector del clero le ha retirado el saludo- ha expresado al obispo Javier Salinas su voluntad de retirar la denuncia por agresiones que interpuso contra Miralles, aunque con la condición de que esta acción no perjudique la investigación sobre los hechos que un particular puso en conocimiento de la policía sobre el comportamiento de Alfredo Miralles y que figuran como el arranque del enfrentamiento de ambos clérigos desde hace años.