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L a obstinación con la que el Govern se dedica a perseguir cualquier atisbo de catalanidad (política o lingüística) acaba resultando un gesto patético, ridículo, la muestra palpable de su incapacidad de hacer valer el sentido común ante los ciudadanos. Desde la cima de la estulticia se aprueba una ley y (prepara) un decreto dignos de Abundio. Así nos va.