El acceso al aeropuerto de Son Sant Joan en las primeras horas de una madrugada de invierno, muy diferente a lo que sucede en verano.

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Comparar Son Sant Joan en verano e invierno es como hacerlo con el día y la noche. Nada tiene que ver el aeropuerto de Son Sant Joan en actividad en los meses punta con los de la temporada baja. Las cifras estadísticas son abismales y no hacen más que demostrar que somos más estacionales que nunca.

Así, de los 9.000 trabajadores que operan de mayo a octubre en los servicios de atención en tierra a aviones y pasajeros ( handling ), se pasa a unos 3.000 de noviembre a marzo. Y si comparamos la actividad en horario nocturno, de las 00.00 a las 06.00 horas, de los 65 movimientos de aviones que hay en el estío, en una noche cualquiera de noviembre, diciembre o enero la cifra no pasa de los 15 movimientos.

Curiosamente, la plantilla de AENA, que depende del Ministerio de Fomento, no cambia, puesto que se mantiene en los 40 trabajadores durante los doce meses.

El descenso brusco de operaciones en tráfico de aviones y pasajeros por la noche, tiene también su reflejo en todos los servicios aeroportuarios nocturnos, caso de taxis, autobuses, servicios de restauración y de la oferta complementaria. Se puede decir que se pasa de una ciudad bulliciosa a otra en total silencio, donde los módulos están prácticamente vacíos de actividad, lo cual motiva que cada comienzo de invierno AENA-Palma cierre el Módulo A y pasa todo el tráfico no Schengen (principalmente vuelos al Reino Unido) al Módulo C, que es donde está el «hub» de Air Berlin.

Esta situación se repite de un ejercicio a otro, pero en los últimos el descenso de tráfico en invierno ha ido a más, acentuándose la estacionalización.