Germán Chacártegui, ex directivo de Emaya, hoy en los juzgados. | Jaume Morey

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El exresponsable de Medi Ambient en Emaya Germán Chacártegui admitió ayer ante el fiscal anticorrupción Pedro Horrach que es un «yonqui», como consecuencia de su antigua adicción a la cocaína, que ya ha superado tras recibir tratamiento en el Projecte Home, y también se definió como «cabeza de turco» del ‘caso Ossifar en su declaración ante el juez Pedro Barceló.

Chacártegui es un «arrepentido» en este caso, ya que denunció en septiembre de 2012 diversas irregularidades en los contratos de contenedores soterrados, supuestos concursos amañados a determinadas empresas y contrataciones supuestamente ilícitas en la Oficina Ciudadana para favorecer a UM.

Los delitos investigados por el Juzgado de Instrucción 2 de Palma en el ‘caso Ossifar’ son cohecho, falsedad documental, prevaricación, fraude a la Administración y malversación de caudales públicos.

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Ratificación

Defendido por el abogado Juan José Cano de Alarcón, el exdirectivo de Emaya se ratificó en lo que había manifestado anteriormente en sede judicial, aunque ayer, cargó más las tintas en los mandos intermedios que en los exaltos cargos de la empresa pública, según las fuentes consultadas por este diario.

En esta causa también están imputadas la expresidenta y la exgerente de Emaya, Cristina Cerdó y Malén Tortella, asesoradas por los letrados Ángel Aragón y Gregorio San José, respectivamente. Chacártegui ya había admitido ante el juez haber firmado contratos irregulares por su adicción a la droga. «Me vi obligado porque necesitaba el dinero para comprar droga y quería mantener mi puesto de trabajo», confesó.

A la Guardia Civil le dijo que se había «vendido» por un sueldo de 90.000 euros anuales y que se prestó a manipular contratos en Emaya. El dinero supuestamente malversado en esta causa supera los dos millones de euros. Tanto Cerdó como Tortella han atribuido las declaraciones del exresponsable de Medi Ambient a la una venganza tras conocer que estaba siendo investigado por una posible una connivencia con la empresa Seguridad y Limpiezas. Después, fue destituido. Esta empresa, al parecer, cobró a Emaya unos contenedores soterrados por un valor superior al de mercado.