Antònia Ordinas y Arnaldus Mateo Van Den Hurk, durante la sesión de ayer. | Pere Bota

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Antònia Ordinas abre la veda contra el exconseller Cardona. La mujer de las latas de Cola-Cao en el jardín situó a su superior en la cúspide de la trama que saqueó más de cuatro millones de euros del Consorcio para el Desarrollo Industrial de Balears: «Nunca ha sido una figura decorativa por su carácter y por su formación. No se movía una hoja sin que él lo supiera, lo supervisara y lo controlara». A ese control se suma la consigna que tenían los directivos del consorcio que la acusada enunció de varias formas la misma idea: «La orden era a más facturación, más beneficios». El motivo: se había establecido el cobro de comisiones de hasta el 40 por ciento de lo facturado.

Esa consigna imprimió un ritmo frenético a los trabajos que se facturaban desde el consorcio. Cada año se sobrepasaba el presupuesto: «El presidente (Cardona) era quien decía que la parte económica no tenía que preocuparme en absoluto», aseguró la entonces gerente poco después de admitir que desfases de hasta tres millones de euros: «Era difícil gastar tanto dinero». La declaración de la ‘arrepentida’, que ha aceptado ya una condena de cuatro años y dos meses de prisión, quedó interrumpida por falta de tiempo ayer. El fiscal Pedro Horrach utilizó el interrogatorio para introducir una a una toda la retahíla de irregularidades del CDEIB. De los viajes de Cardona en los que se alojaba en suites de 200.000 euros la noche, a los absurdos informes que se contrataban como ‘La moda en China. Luces y sombras’.

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El descontrol, según el relato de Ordinas se producía a pesar de las advertencias de auditorías externas: «Era común que nadie preguntara nada». También aludió a un artículo de los estatutos que permitía saltarse los cauces de contratación en caso de urgencia: «Bastaba la invocación del artículo 15 para contratar con quien se considerase oportuno».

Con todo, Ordinas a lo largo de su declaración intentó justificarse e incluso defenderse: «Las acciones que se hicieron no eran baladí. Eran muy potentes», dijo sobre los viajes a China o California. Más adelante añadió: «Todos los contratos tenían su expediente». El problema para Cardona es que a él le llegaba siempre una copia del trabajo.