Música, baile y torradas se dieron cita en Palma. | Joan Torres / Pere Bota

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El Drac de Na Coca, con una gran flamarada, encendió el fogueró y cayó el gran chaparrón de agua. Gegants, capgrossos, dimonis, xeremiers y ciudadanos salieron corriendo a cobijarse de la lluvia bajo los arcos de la Plaça Major. El alcalde de Palma, Mateo Isern, acompañado por la regidora Sandra Fernández, hacían lo propio bajo unos paraguas. Cinco minutos después dejó de llover y la Plaça Major volvía a llenarse de gente para disfrutar de la revetla.

El humo negro del fogueró desapareció y los ciudadanos comenzaron a echar toda la carne sobre las torradoras. Ball de bot y música mallorquina para ambientar la mayor de las plazas.

Menos gente y también mucho menos ambiente que otros años en las calles. No fue el año de las grandes plazas, sino de las plazoletas y callejones. Allí donde había un pequeño bar, se encendió una barbacoa y vecinos y amigos disfrutaron de manera más íntima torrando carne y embutidos y bebiendo.

En la Plaça Santa Eulàlia, que este año no ha contado con escenario musical, se instalaron puestos de asociaciones solidarias, estuvo de lo más desangelada, sin música y poco concurrida. En Cort, el grupo The Raals, seguidos de Setze Cordes, comenzaron a sonar y muchos, mientras torraban, se lanzaban a mover el esqueleto.

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Muy diferente a lo que ocurría en la mayoría de las plazas, ya que mientras hubo torradoras encendidas, los conjuntos no salieron a tocar. La Plaça de la Reina, otra de las excluidas de la fiesta este año, cortó el buen ambiente de otros años en el Passeig del Born. Fiesta y de la buena la que se vivía en sa Llotja, parte de la culpa, del empresario Toni Gil, del restaurante Caballito de Mar, que de manera solidaria arrastra cada año a más gente por una buena causa.

Otra de las zonas en las que hubo ambiente, en su segundo año, fue la de Santo Domingo de la Calzada, entre el bar Marítimo y el Hard Rock, a ritmo de homenaje a grandes de la música.

A medida que avanzaba la noche algunas plazas como Ses Voltes, donde se celebró la XVI edición de Sant Kanut, movida alternativa de las fiestas, afortuna- damente se animó, ya que comenzó de manera muy fría y tímida. La Plaça d’Espanya y la de Joan Carles I, dos de las ocho principales de la noche, acogieron al público más joven y ávido de música y marcha.

En general hubo menos gente en la Revetla. En calles y plazas se podía caminar y torrar sin agobios ni empujones. Un hecho que muchos achacaron a la crisis y el desapacible tiempo, con viento y lluvia, por lo que algunos se quedaron en casa. Aun así miles de personas, mirando al cielo y bien abrigados, festejaron Sant Sebastià.