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Durante dos horas se prolongó el ceremonial litúrgico de la toma de posesión de Javier Salinas como obispo de Mallorca, el cual estuvo revestido de una solemnidad excepcional que se desarrolló en una Seu espectacular a la que acudieron miles de ciudadanos, interesados en dar la bienvenida al nuevo responsable dirigir la Iglesia mallorquina. El momento en el que Renzo Fratini ofreció a Salinas la cátedra y el báculo revisió una especial emoción, subrayada por el cálido aplauso de los fieles.

La ceremonia empezó a las 11’30 horas, cuando Salinas se dirigía al presbiterio acompañado por el nuncio, Renzo Fratini, y precedido de alrededor de 350 sacerdotes diocesanos y 22 obispos, entre los que se encontraban los cardenales de Barcelona y el emérito de la misma diócesis, Lluís Martínez Sistach y Ricard Maria Carles, respectivamente, y el arzobispo metropolitano de Valencia, Carlos Osoro.

El acompasado tañido de n’Eloi daba el marco sonoro a una ceremonia que inaguró Fratini, el cual recordó que «se ha perdido el sentido de lo sagrado», al tiempo que advertía a Salinas que «todos esperan la cercanía espiritual» del nuevo obispo. «Haced que los fieles confíen en vos», dijo Lluc Riera en su breve intervención dirigida al nuevo obispo en un acto en el que dejaba de ser el adminitrador diocesano de Mallorca.

El presidente del Cabildo catedralicio, Joan Bauzá, dió la bienvenida al nuevo obispo a la Seu en la que recordó a los dos prelados mallorquines Sebastià Riera y Luis Ladaria, obispos de Huamachuco y secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, respectivamente.

Familia

En su homilía, Salinas agradeció la presencia de los obispos, entre ellos los arzobispos de Tarragona y València, Jaume Pujol y Carlos Osoro, respectivamente, al tiempo que hacía una encendida defensa del papel de la familia como «esperanza de la sociedad».

En su homilía, Salinas rehuyó referencias explícitas a cuestiones políticas, aunque su ofreció su colaboración a las instituciones «desde la libertad y la verdad para el bien común». Como colofón a su primera intervención ya como obispo de Mallorca, Javier Salinas –que había agradecido la labor de Lluc Riera y el colegio de consultores– incorporó a la Virgen de Lluc, patrona de la Isla, entre sus invocaciones marianas que comparte con las de la Cinta (Tarregona), Blanca (Lleida), de les Neus (Eivissa) y del Desemparats (València), de donde es originario el prelado.

Los miles de fieles que habían asistido a la ceremonia pudieron saludar personalmente al nuevo obispo en un prolongado besamanos, los cuales recibían una estampa con la imagen de la Mare de Déu de la Seu. Pasadas las dos de la tarde, Salinas acudió al almuerzo que ofrecía a sus invitados.