Xavier Salinas, nuevo obispo de Mallorca, durante la toma de posesión de su cargo. | Teresa Ayuga

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Faltaban pocos minutos para el mediodía de ayer cuando monseñor Javier Salinas ocupaba la cátedra de la Seu y el nuncio apostólico, Renzo Fratini, le hacía entrega del báculo como nuevo obispo de Mallorca en cumplimiento de lo dispuesto por el papa Benedicto XVI.

El lento tañir de n’Eloi enfatizó la solemnidad del momento en el que Salinas asumía la dirección de la Iglesia mallorquina y que los miles de fieles que acudieron a la Catedral subrayaron con un sentido aplauso, que el obispo agradeció impartiendo su bendición. La Diócesis mallorquina tenía un nuevo pastor, el número 66 desde que se constituyó en 1238 con el primer obispo, Ramon de Torrelles.

Durante más de dos horas se prolongó la ceremonia de la toma de posesión de monseñor Salinas como obispo de Mallorca, cargo en el que sucede a Jesús Murgui, actual titular de la Diócesis de Orihuela-Alicante. El acto, que cumplió escrupulosamente con todos los preceptor litúrgicos, convocó, además de miles de católicos que llenaron el templo, a numerosos representantes de la jerarquia eclesiástica y las primeras autoridades de la Comunitat Autònoma, encabezadas por el president José Ramón Bauzá.

La Seu ofrecía una imagen espectacular, con el presbiterio adornado todavía con las ‘neules’ navideñas profusamente decoradas y la iluminación interior reforzada para la retransmisión televisiva que ofreció el canal autonómico.

Obispos y sacerdotes

Cerca de cuatrocientos concelebrantes participaron en la primera misa de Javier Salinas en Mallorca como obispo, arropado por 22 obispos –entre ellos dos cardenales– y 350 sacerdotes procedentes de todas las parroquias de la Isla.

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En su homilía –que leyó casi íntegramente en lengua catalana–, Salinas huyó de referencias explíticas a la situación del clero mallorquín, aunque no obvió referirse a la Diócesis «de fuertes raíces cristianas, marcada por grandes cambios sociales y culturales, que presenta retos y desafíos múltiples». Tras señalar que «la familia es la esperanza de la sociedad», el prelado ofreció su colaboración a las autoridades políticas «desde la libertad y la verdad para el bien común de nuestro pueblo».

Tampoco pasó desapercibida la referencia explítica de Salinas al matrimonio, al que se refirió como la unión «entre un hombre y una mujer».

Al finalizar quiso dejar constancia de que sumaba a sus invocaciones a la Mare de Déu de Lluc.

Referencias políticas

Entre las preces redactadas por los organizadores de la litúrgia fue muy comentada la única con un claro sentido ‘político’: «Por el pueblo mallorquín, que no renuncie nunca a sus raíces de identidad. Defense sus derechos con firmeza y convicción y luche por un futuro en el que todos los ciudadanos estén integrado sea de donde sea».
Todos los asistentes tuvieron ocasión de participar en el prolongado besamanos con el que concluyó la toma de posesión de Javier Salinas como obispo de Mallorca.

Hasta la Isla se desplazaron un numeroso grupo de familiares del obispo –alrededor de 24 personas–, así como casi un centenar de fieles y religiosos procedentes de Tortosa, diócesis de la que procede Salinas.