Los farmacéuticos se oponen a la liberalización del sector. | Jaume Morey

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Los planes del Ministerio de Economía sobre la regulación de los servicios profesionales, el marco legal para el ejercicio de numerosos servicios profesionales, está generando inquietud, preocupación y división entre los diferentes sectores afectados. La liberalización que se quiere promover desde el Gobierno modifica una estructura en muchos casos secular, cambios que la mayoría de los afectados entienden que les perjudican o que, en todo caso, no benefician a los ciudadanos.

El caso más llamativo es el de las farmacias, que podrían ser gestionadas como empresas, aunque siempre con un farmaceútico al frente. «Tanto Aznar como Zapatero ya ratificaron el modelo actual, es el más eficiente para la Administración y los ciudadanos», argumenta el decano del Colegio de Farmacéuticos de Balears, Antoni Real, el cual añade que «una farmacia no vende una mercancía cualquiera, la privatización no garantiza la universalidad del servicio».

El director general de Farmacia, César Vicente, recuerda que «la Conselleria, al igual que el Ministerio de Sanidad, se posiciona en contra. El sistema actual permite una prestación superior a los ciudadanos».

Otro de los colectivos afectados por el proyecto gubernamental es el de los arquitectos e ingenieros.

La edificación

La iniciativa del ministro Guindos desmonta la Ley Orgánica de la Edificación de 1999, que regulaba las competencias y atribuciones de cada profesional. «Lo que se quiere hacer es una agresión a nuestra profesión, pretenden que los ingenieron tengan las mismas atribuciones que los arquitectos, la actual reserva de atribuciones que tenemos desaparecería», señala Joan morey, decano del Colegio de Arquitectos, el cual enfatiza el hecho de que la apertura significaría equiparar 300.000 ingenieros frente a 50.000 arquitectos.

Tampoco lo ve con claridad el decano del Colegio de Ingenieros, Carlos Garau, el cual admite que los rumores que circulan le producen «preocupación, iguala todas las ingenierías, es decir, un ingeniero naval o aeornáutico podría hacer un puente, un puerto o una nave industrial. Toda la propuesta es confusa, se quiere acabar con la segmentación, aunque las competencias en edificación están demasiado cerradas, el futuro está en los equipos multidisciplinares».