Miles de personas se dieron cita en la Plaça de Cort para despedir el año. | Pere Bota

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¡Feliz año nuevo! Gritaron en la Plaça de Cort al unísono tras las campanadas todos los asistentes que habían conseguido comerse las doce uvas sin atragantarse. Una hora antes, sobre las once de la noche, la plaza comenzó a llenarse con personas de todas las edades y nacionalidades, con ganas de despedir un duro 2012 y dar la bienvenida a un 2013 en el que muchos depositan sus esperanzas.

Al ritmo de la música de dj Zuca, los minutos fueron pasando y el reloj se acercaba a las doce. Un cuarto de hora antes de las campanadas no cabía ni un alfiler frente al Ajuntament de Palma y la gente seguía llegando la calle Colom. A las doce menos cinco se paró la música y la emoción fue en aumento hasta que, por fin, comenzaron a sonar los cuartos y, siendo ya un clásico, algunos despistados comenzaron a comerse las primeras uvas. Después las campanadas, gritos de emoción, el primer beso del año y el cava volando por los aires.

Algunas personas prefirieron grabar las campanadas con sus móviles para luego compartirlo con amigos y familiares a través de las redes sociales bajo el hastag #feliz2013. Los whatsapps con mensajes de felicitación iban y venían y las líneas telefónicas se colapsaban. Después de las campanadas, el grupo Horris Kamoi continuó con el espectáculo, animando la fiesta en la plaza.

Pero la fiesta no terminaba ahí. Sobre la una de la madrugada, la gente empezó a marcharse de Cort y los bares y pubs se veían cada vez más llenos. Faltaba una hora todavía para que los más jóvenes llenaran las discotecas.

La crisis se dejó notar una vez más en estas fiestas navideñas y lo hizo de nuevo con el cierre de alguna de las grandes salas del Passeig Marítim. Los precios de las entradas anticipadas en general no llegaron a los 20 euros e incluían una o dos consumiciones. Las entradas compradas en la puerta subían su precio hasta los 25 euros con una sola consumición.

Parece ser que se acabaron las barras libre durante las Navidades y el precio de las copas se mantuvieron igual que durante el resto del año, rondando los ocho euros y llegando hasta los 11 o 12 para marcas más especiales. Pese al precio de las copas en los locales, el ‘botellón’ brilló por su ausencia y no pudimos ver más que algunos pequeños grupos de jóvenes tomándose una copa en el parking junto a sus coches antes de entrar a las discotecas.

De lo que no cabe duda es de que la Nochevieja es una fiesta muy especial en la que los jóvenes son dueños de la primera noche del año. Respecto a los precios, un detalle: las botellas de licor de unos 200 euros que daban acceso a la zona VIP de algunas discotecas se habían vendido todas y que cuatro días antes ya no quedaba ni una sola disponible.

Además de los lujos puramente económicos, como suele ser habitual en esta fecha, la elegancia invadió la fiesta nocturna. Muchos chicos vestían estupendos trajes, negros en general, con camisa y corbata sin ningún tipo de estampado. Las chicas lucieron fantásticos vestidos con minifaldas bien ajustadas optando también por el negro o, al contrario que los chicos, por llamamativos colores con reflejos brillantes y lentejuelas. Y como no puede faltar en la vestimenta de las chicas en Nochevieja, los altísimos tacones triunfaron, por lo menos durante las primeras horas de fiesta.

Sin embargo, a pesar de ser una noche tan especial, faltaron en algunas salas los grandes carteles deseando un «Feliz año nuevo», un gran «2013», algún tipo de decoración dedicada a la Nochevieja o más cotillones. Únicamente algunos bares y pubs mantuvieron la decoración navideña de Nochebuena.

Sí es cierto que en las grandes discotecas los jóvenes disfrutaron de los bailes y espectáculos de las gogós, de la música y, especialmente, de una fiesta compartida entre amigos. Las horas pasaron deprisa y, aunque la gente tenía ganas de más fiesta, el cuerpo poco a poco fue diciendo basta. Se acercaban las seis de la madrugada, hora de cierre para la mayoría de locales, y sólo quedaban dos opciones: alargar la noche en algún after, o bien, regresar a casa.

La mayoría de jóvenes optó por la segunda opción. Los chicos, ya con las corbatas deshechas y el primer botón de la camisa desabrochado, y algunas chicas con los zapatos en la mano y descalzas o con los cómodos zapatos planos que se habían puesto aprovechando que nadie las veía, se acercaban a la parada de bus o de taxi a la espera del transporte que les llevaría hasta casa.

El servicio de taxis funcionó de maravilla hasta las siete de la mañana gracias al trabajo de los taxistas de ambos turnos. En la parada había que hacer una cola ordenada y bastante rápida. Pasadas las siete, la gente comenzó a acumularse en la parada y los taxistas llegaron con cuentagotas.

La otra alternativa fue el bus urbano. Con el Bus de Nit trabajando toda la noche con una frecuencia de entre 12 y 15 minutos, al final de la noche las paradas se llenaron y vaciaron con la misma velocidad. La línea 1 que va del puerto al aeropuerto, continuó con su horario normal, empezando el servicio a las seis de la mañana, sirviendo así de apoyo al Bus de Nit para acercar a los jóvenes hasta la Plaça d’Espanya.

La Policía Nacional y local unieron una vez más sus fuerzas para vigilar las calles y que la entrada al nuevo año transcurriera sin grandes incidentes y así poder gritar todos juntos una vez más:

¡Feliz año 2013!