Gabriel Cañellas considera que, en el tema de la lengua, la paz es mejor que la guerra . | Jaume Morey

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Dice que no concede entrevistas porque no quiere que se malinterpreten sus respuestas y sólo accedió tras meses de insistencia. Colaboró con José Ramón Bauzá para conseguir que fuera president pero a Gabriel Cañellas se le nota cierto desencanto.

—¿Qué opina de lo que está haciendo el Govern de Bauzá?

—Como previa, hay que decir que a este Govern le ha tocado vivir la peor época económica de esta tierra. La Comunitat no tiene dinero y los ciudadanos están pasando por una crisis muy dura. Todo es mucho más difícil en esta situación.

—Ahí se intuye un pero...

—Bueno. ¿Las medidas que está tomando son las mejores? Algunas, sin duda, y el adelgazamiento administrativo era imprescindible. Como ciudadano, me cuesta más asumir las subidas de impuestos. Me duele que los desastres del PSOE los tengan que pagar quienes han sido más diligentes. Aquí y ahora, con estos impuestos, quien gana y gasta, paga menos que quien gana y ahorra.

—Más allá de los impuestos, ¿qué opina de la actuación política del Govern?

—Si tengo que hacer una crítica a Bauzá es que debería dedicar más tiempo a planificar sus políticas y sus actuaciones. En lugar de enfrentamientos, tendría que tratar de buscar primero el consenso y lugar aplicar las soluciones más correctas.

—¿Improvisa?

—Pues no sé si es algo meditado, planificado y estudiado o es improvisado. Doy por hecho que es una estrategia pensada y planificada, pero yo no lo haría así.

—La lengua ha sido una de estas batallas.

—Yo de este tema prefiero hablar poco. Creo que la paz es mucho mejor que la batalla y que se pueden hacer las cosas con más calma. Creo que, con la que está cayendo, no es momento de iniciar según qué guerras. Conste que los que protestan lo hacen por sistema, porque es una cuestión política y no cultural, pero yo lo habría hecho de otra manera. Como en todo, primero se han sacado una norma, se ha provocado un lío y luego han tenido que actuar. Yo creo que hay que hacerlo al revés.

—Sospecho que tampoco le ha gustado lo de Pere Rotger.

—Pues mire, en este caso, todo el mundo le echa la culpa a Bauzá, pero aquí quien tiene la culpa es el partido, que aprobó un código ético. Lo propuso Bauzá, sí, pero lo aprobó el PP y todos estuvieron de acuerdo, así que ahora hay que estar a las duras y a las maduras.

—¿Fue un error?

—Yo no digo si fue un error, sino que lo que se aprobó hay que asumirlo y aquello lo aprobó el PP, por lo tanto que nadie le eche las culpas a Bauzá. Cuando se aprobó, se pretendía vende una renovación y la creación de un PP diferente… A mí me podían haber echado del PP porque al alcalde de Andratx hizo una denuncia, los fiscales le siguieron y así estuvo tres años hasta que salió la sentencia y dio una lección de derecho.

—Jaume Font se fue a raíz de la actitud de Bauzá.

—A Jaume le quiero mucho, pero él se fue por puro afán de protagonismo.

—¿Ve futuro al partido de Font?

—Es pronto para decirlo. Un espacio siempre lo hay. A la izquierda del PSOE hay un montón de partidos, pero a la izquierda del PP no queda nadie. Estaba UM, que se nutría de regionalistas, nacionalistas y enfadados del PP. Ese espacio existe, y Font está intentando hacerse con él, con una ayudita que le está dando el PP, todo hay que decirlo. Hay mucha gente en el PP enfadada en estos momentos.

—¿Enfado?, ¿y cree que eso puede tener consecuencias?

—Veo con preocupación problemas en las Islas, veo a gente muy molesta por decisiones que se están tomando. Cualquier asunto que provoque divergencias puede servir para alimentar al partido de Font y provocar consecuencias. Hay que andar con cuidado, con más cuidado del que se tiene.

—Es curioso que, con un resultado político tan abultado, el PP tenga tantos problemas.

—El partido debe alimentar al gobierno y tal vez deberían darse cuenta de que el partido es importante. Ya le he dicho que veo un grave problema: este Govern dialoga poco y con quien primero tiene que dialogar es con el partido.

—¿Qué opina de lo que ha pasado con Rodríguez?

—La renovación tiene que ser una tónica; no es la solución, pero tiene que llegar. No se puede cambiar todo en un día, pero los partidos o se renuevan o acaban en una vía complicada. Yo habría trabajado para conseguir la renovación, todo y reconociendo que trabajar en el partido es mucho más complicado que hacerlo en un cargo institucional.

—¿Queda algo de ese PP regionalista del que usted hizo bandera?

—Es normal que cada vez quede menos gente de mi época, pero más pronto o más tarde ese espíritu tendrá que volver porque, si el PP quiere ganar, necesita el regionalismo, mantener los votos tradicionales de la derecha, confirmar los de centro y sumar cualquier voto que pueda venirle de ahí.

—Le tengo que preguntar por Matas. ¿Cómo ve todo lo que ha pasado?

—Éste no es el Jaume Matas que introduje en el partido. Pensé que ponía a un tecnócrata experto en gestión de gobierno, pero cuando volvió de Madrid no sé si se creyó más de lo que Balears necesitaba o es que sus esquemas mentales cambiaron. Es verdad que durante su mandato, hubo un cambio importante en las infraestructuras y en la presencia de Balears en el contexto del PP nacional. De lo demás, que cada uno se juzgue a sí mismo.