Catalina Amengual, Beateta 2012, acompañada por su corte de angelitos, en el carro triunfal. | M. À. Cañellas

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El tradicional carro triunfal en honor a Santa Catalina Tomàs, de Palma, congregó un año más a un numeroso público a lo largo de su recorrido hasta el convento de Santa Magdalena. El desfile estuvo protagonizado en gran medida por la ilusión y alegría de los más pequeños, ataviados con sus vestidos de payeses y payesas, junto a los dimonis y ángeles que acompañan a la corte de la Beata. Catalina Amengual Riutort ha encarnado este año a la santa mallorquina en el tradicional itinerario con sus estaciones de rigor. Así, el carro se desvió a la altura de la Plaça del Mercat para acercarse a la fachada posterior de la parroquia de Sant Nicolau, donde se encuentra la piedra en la cual según la tradición se posó la Beata. Entonces, fue recibida por el párroco Felipe Guasp y las campanas repicaron rememorando el acontecimiento, mientras desde el balcón se le entregó un cucurucho de caramelos. Tras este entrañable momento la cabalgata siguió su camino hasta llegar al Teatre Principal, donde la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Salom, recibió a la Beateta intercambiando unos regalos. Ya en la Rambla, las monjas del convento de Santa Magdalena saludaron el carro triunfal.

Agrupaciones y carrozas de otras barriadas y pueblos de la Isla se sumaron a la cabalgata que encabezaron los Tamborers de la Sala. Efectuaron la ruta seguidos por los xeremiers y tamborers que acompasaban los acordes del ball de bot. En cabeza se situó el Padrí de la Beateta, Vicens Torres, que lleva más de veinte años de asistencia sobre su caballo blanco. Siguiendo a la carroza triunfal, construida en 1868 y recientemente restaurada, propiedad del Consell de Mallorca, desfiló una corte de padres y madres ataviados con chaquetas, cámaras de fotos para tomar las mejores imágenes y hasta cochecitos de bebé. Un recorrido que obligó a cortar el tráfico en Jaume III, Unió, Plaça Weiler, Riera, Via Roma y Passeig Mallorca en una festividad cuya celebración se remonta al año 1792 y está vinculada a las fiestas que se celebraron en toda Mallorca con motivo de la beatificación de sor Catalina Tomàs. Durante el recorrido, las colles de dimonis irrumpieron sobre la acera asustando al público y jugando con los niños, que fueron los más valientes. Destacó la notable presencia de turistas durante todo el recorrido, muchos de los cuales mostraban su sorpresa y desconocimiento acerca de esta fiesta.
El recorrido, acompañado por los tradicionales acordes de Sor Tomaseta, resultó más largo que otros años al intercalarse diversas interrupciones entre las agrupaciones. Contra el pronóstico meteorológico, la lluvia sólo apareció una vez finalizado el desfile.