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El ex delegado del Gobierno, Ramon Socias, tras 13 años de estar dedicado a la política, se ha reincorporado a su plaza de médico una vez que ha hecho el correspondiente reciclaje en el IB-Salut. «Es como volver a ir en bicicleta tras años de no hacerlo. Al principio cuesta un poco, pero te vas acostumbrando. Luego, cuando auscultas, ves que todo está en el mismo sitio de donde lo dejaste», afirma.

La corrupción

Como delegado del Gobierno le tocó vivir lo más duro de la corrupción política. «No fue agradable. Pienso que la política tendría que estar dedicada a solucionar los problemas de los ciudadanos y a preveer los que pueden llegar en el futuro, pero creo que en esto los políticos hemos fallado. Durante muchos años nos hemos dedicado a vivir el día a día sin pensar que llegaba el mañana. Debido a ello nos encontramos con una situación de crisis económica importante. Pero por desgracia seguimos sin aprender», asegura. «Hoy, en esta Comunitat, aun seguimos viendo políticos que solo piensan en el hoy, en ganar votos de forma inmediata, pero sin tener en cuenta lo que puede pasar mañana. De ahí que seguimos destruyendo paisajes o aprobando operaciones urbanísticas que cada vez amenazan el entorno, el paisaje y nuestra forma de vivir».

Manifestaciones

Durante la conversación salen a colación los detenidos y los detenidos esposados. ¿Por qué unos llegaban a declarar con esposas y otros no? «Hay que dejar que sean los profesionales los que decidan según lo marca la Ley. Yo, en algunas conducciones, y ya lo he dicho en otras ocasiones, no puedo estar de acuerdo, porque creo que solo ha servido para poner en evidencia que a a todo el mundo no se le trata igual. Y en eso creo que tenemos que ser muy cuidadosos». Le comentamos que «de buena se ha librado con la que está cayendo en torno al president de la Comunitat», en el sentido de que últimamente, allá por donde va, algunos ciudadanos, a veces muchos, le reciben mal, con altercados que requieren intervenciones policiales.

«Ésta es una historia que se repite. Yo, como delegado del Gobierno, he tenido que aguantar determinadas manifestaciones que contaban con el apoyo, o cuando menos con la participación, de elementos destacados del Partido Popular, que se manifestaban delante de la Delegación insultándome, como si yo fuera el responsable, por ejemplo, de cuando se aprobó la ley del matrimonio homosexual, y nosotros lo aguantamos sin necesidad de hacer espectáculos como los que se están montando ahora». Y añade, tras señalar que hay otros cauces para manifestarse y recordar que el actual Gobierno alcanzó, a través de las urnas, la mayoría absoluta, que «los políticos nos tenemos que acostumbrar a que los ciudadanos nos juzguen cada día. Porque estaríamos arreglados si la voz del pueblo solo se pudiera escuchar una vez cada cuatro años. Y más si te encuentras con un gobierno que se está dedicando a hurgar en cosas que estaban cerradas, destapando la caja de Pandora».

«Este Gobierno esta tratando un tema muy delicado, como es el de nuestra lengua, lo cual provoca mucha indignación, sobre todo en gente que no suele manifestarse, pero que ahora ve amenazada una cuestión simbólica, como es la lengua materna. Todo por el simple hecho de que al Govern se le ha ocurrido cambiar un texto que habíamos consensuado todos los partidos políticos hace más de veinte años y que jamás había creado problemas». Y prosigue: «Se ve que hay sectores dentro del Partido Popular, impulsados por quien todos sabemos, que no admiten que Balears tenga una lengua propia».

La paciencia

Su sucesor en el cargo, José María Rodríguez, ha manifestado, respecto a estas manifestaciones, que la paciencia tiene un límite, a lo que Socias declara que... «Yo no soy nadie para dar consejos, pero si tuviera que darle alguno, le diría que lo único que no se le puede acabar en el cargo que está es la paciencia».

Como médico, asegura que no le preocupan los problemas «que podamos tener los médicos y demás profesionales de la sanidad, sino la repercusión negativa que estos recortes están teniendo en la calidad asistencial que reciben todo los ciudadanos y que se traducen en listas de esperas o en pruebas que no se pueden realizar dentro de las fechas que serían convenientes para descubrir o desterrar patologías más graves. De este modo, aquella sanidad pública que fue un ejemplo en Europa, ahora está prácticamente en acoso y derribo».