Los príncipes de Asturias durante la visita realizada hoy al programa de Cáritas para la inserción laboral de los jóvenes vulnerables puesto en marcha en Málaga gracias a la herencia del inversor menorquín Juan Ignacio Balada, a través de la Fundación Hesperia. | Jorge Zapata

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Dos años y medio después del fallecimiento de Juan Ignacio Balada, la Fundación Hesperia -que gestiona los bienes donados a la Casa Real por el inversor menorquín- ha concluido la partición del legado. La fundación se queda la totalidad de los inmuebles, excepto la residencia en la que vivía Balada en la plaza Joan de Borbó de Ciutadella, que se deja a los ocho nietos del Rey para que la vendan una vez alcanzada la mayoría de edad.
Fuentes de Zarzuela precisaron ayer al respecto que la venta no excluye la posibilidad de que el inmueble pueda ser transmitido a alguna institución pública de la Isla. En cualquier caso, hay tiempo para tomar una decisión al respecto, ya que el mayor de los futuros herederos a la Corona, Felipe Froilán, apenas cuenta con 13 años de edad. Aparte de quedarse el palacete Balada, los menores de la Casa del Rey recibirán también 12.092,04 euros por cabeza, atendiendo a sus respectivas cuotas en la herencia.

¿Y qué pasará con la emblemática Farmacia Llabrés de Ses Voltes, cuya cesión reclamó -con nulo éxito- el anterior gobierno del Consell insular? La Fundación Hesperia no aclara su futuro, pero tampoco da por hecho que vaya a venderla. Según Zarzuela, la fundación presidida por los Príncipes de Asturias «tomará las decisiones que crea convenientes atendiendo a los fines sociales que persigue, teniendo presente la especial vinculación que tiene con la Isla de Menorca».

Por de pronto, todos los bienes inmuebles que forman parte de la herencia han sido tasados por la Hacienda y un experto independiente en 1.647.898,64 euros. Este es el valor inmobiliario que administrará la Fundación Hesperia -casa Balada al margen- ya que los Príncipes de Asturias le han donado todos sus derechos hereditarios al respecto, que ascienden a 164.789,86 euros. De este modo, don Felipe y doña Letizia ya se han desprendido de todos los fondos que les correspondían, que han cedido en exclusiva a Hesperia y al desarrollo de proyectos de interés general y social.

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De momento, quienes mayor tajada han sacado de la herencia han sido las administraciones estatal y autonómica. La fundación ha hecho efectivo durante estos últimos meses el pago del Impuesto de Sucesiones, que ha reportado el ingreso en las arcas del Govern de 3.346.132,33 euros.

Para realizar estas operaciones particionales, los Príncipes de Asturias han contado con el asesoramiento jurídico del despacho de abogados Uría y Menéndez, el auxilio contable de Auxadi, Contables-Consultores SA y la auditoría de Pricewaterhousecoopers SL.

Gracias a la herencia, el año pasado ya se llevaron a cabo cuatro proyectos sociales y de inserción laboral, a los que sucederán otros tres recién aprobados por la Fundación Hesperia. Se trata de un proyecto de la ONCE para facilitar la comunicación con niños sordos y ciegos, la continuidad del proyecto de investigación de enfermedades raras del Instituto de Bellvitge y de la reparación de los daños ocasionados por el terremoto de Lorca al colegio de educación especial Pilar Soubrier de aquella localidad murciana.

Precisamente, los Príncipes de Asturias visitaron ayer el centro de Formación Profesional «Sagrada Familia» de Cáritas en Málaga, que se viene nutriendo de la herencia Balada para favorecer la inserción laboral de jóvenes en situación de vulnerabilidad.