Centenares de ciudadanos y turistas fueron testigos de la vigesimoséptima representación del ‘Via Crucis’ de Llorenç Moyà en las escaleras que conducen al templo. | Joan Torres

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La procsión del Sant Enterrament, que desfiló anoche por el centro de Ciutat, contó con una amplia representación, ya que participaron las 32 cofradías de la capital balear; así como con una gran afluencia de público, animados por el buen tiempo, ya que la lluvia del mediodía dio paso a un sol radiante, a la que prosiguió una noche estrellada. Antes de las 19:30 horas la Plaça de Sant Francesc estaba totalmente llena de personas, al igual que la plaza de Cort, con ganas de disfrutar de la Semana Santa palmesana. Escoltados por la Policía Montada que encabezaba el cortejo, los numerosos pasos comenzaron a salir de la Plaça de Sant Francesc para realizar su estación de penitencia en dirección a la iglesia del Socors, donde llegaría a altas horas de la madrugada

La procesión del Sant Enterrament, organizada por la cofradía de la Cruz de Calatrava -una de las más antiguas de Palma-, recuperó su vertiente más tradicional al recuperar su recorrido original. Así, este año la procesión del Sant Enterrament suprimió su paso por la plaza Major, Sant Miquel, plaza del Olivar y José Anselmo Claver, recuperando el recorrido por las calles paralelas, más estrechas y que le imprimen un carácter más íntimo y de recogimento.

Otra de las tradiciones que se han recuperado este Viernes Santo ha sido que la procesión del Sant Enterrament estuvo presidida por el padre agustino, en concreto por el padre Jesús Miquel.

Sí se mantuvo el tradicional baile entre Nostra Senyora de la Esperança y la Salut en la Plaça de Sant Francesc; especialmente emotiva fue la reverencia que la Esperança le hizo al Sant Enterrament. Como marca la tradición, numerosas mujeres de mantilla y riguroso negro en señal de luto siguieron a los pasos que procesionaron ayer por la capital balear. Los cofrades también fueron muy numerosos; destacó la presencia de niños, animados especialmente por el buen tiempo. Un año más se volvieron a repetir imágenes tan típicas como la de los cofrades más pequeños haciendo bolas de cera o dando caramelos al público, especialmente a los niños.

Durante el recorrido por el centro de Ciutat, los costaleros sintieron el apoyo de los fieles que recompensaron su esfuerzo con numerosos aplausos y gritos de 'viva'. No obstante, una año más los pasos más aplaudidos fueron los de Nostra Senyora de la Esperança y Nostra Senyora de la Salut, las dos que van portadas por costaleros. Estos dos pasos, que son más grandes y vistosos que el resto, despiertan la admiración de muchos de los asistentes a la procesión del Sant Enterrament. La solemnidad fue otra de las notas predominantes del Viernes Santo, que pese a la amenaza de lluvia a primera hora del día lució con todo su esplendor y contó con numerosos espectadores.

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A medida que se aproximaba la media noche la calle Socors se llenaba de personas que querían presenciar la llegada de la procesión del Sant Enterrament y la posterior ceremonia que se celebra en el iglesia del Socors. El templo esperaba con sus mejores galas a las cofradías, convocadas por la Cruz de la Calatrava, para oficializar el entierro.

Las diferentes cofradías fueron dejando sus estandartes en la iglesia del Socors, como muestra de su participación en la estación de penitencia y en el entierro.

SANT ENTERRAMENT

Pasada la 1,30 de la madrugada, el Sant Enterrament llegaba a la iglesia del Socors, que estaba abarrotada de personas para presenciar el entierro. En las puertas de la iglesia del Socors esperaban los hermanos de la cofradía de la Calatrava, donde abrieron el sepulcro y bajaron a Cristo. En el altar del templo lo esperaban las dos Dolorosas (una de ellas de la hermandad de la Calatrava y la otra de la Dolorosa).

El silencio fue total y absoluto cuando los hermanos de la Calatrava comenzaron a entrar con el Cristo yacente a hombros. El silencio sepulcral fue interrumpido únicamente por los rezos de los sacerdotes y los asistentes al entierro, que finalizó con un golpe seco y rotundo que se produjo al cerrar el ataúd en el que fue enterrado Cristo.

Este típica y emblemática imagen de la Semana Santa mallorquina ponía punto y final al Viernes Santo de 2012, que empezó con un tiempo lluvioso y desapacible y se despidió con un cielo estrellado. Afortunadamente, el Sant Enterrament pudo hacer su estación de penitencia por las calles de Ciutat, donde lució con todo su esplendor y despetó la admiración del público.