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«Para conocer al Che hay que leerlo, empaparse de las ideas que dejó por escrito, y seguramente con ellas deducir hasta qué punto siguen estando vigentes a día de hoy». Así se expresó a noche en el Club Última Hora su hija Aleida, médico de formación como él, en una conferencia en la que alternó su conocimiento de la labor del desaparecido líder revolucionario con la lectura de textos dejados como legado a la familia.

Aleida Guevara (La Habana, 1960) es una pediatra cubana y la mayor de los cuatro hijos de Ernesto Che Guevara con su segunda mujer, Aleida March. Para dar inicio a su intervención de anoche en el Teatro Municipal de Palma se remitió a un vídeo elaborado por el grupo musical portorriqueño 'Calle 13' en el que a ritmo de hip-hop se habla de las realidades sociales que unen a los países del centro y del sur de América «en su reivindicación de la dignidad del ser humano».

La conferenciante, que dejó claro desde el inicio de su intervención que el objeto de la misma era la vigencia de las ideas y actividades de su padre, y no el devenir de la revolución cubana -a la que apenas sobrevivió unos años-, la corta pero intensa vida de Ernesto Guevara de la Serna tuvo que ver sobre todo con el binomio establecido entre su profesión de médico y «sus ideas revolucionarias ya en los años 50 del siglo pasado», a las que en su opinión no se puede desligar como cuerpo de su actuación social.

Personaje «común»
Así, Aleida Guevara quiso dejar claro que al margen de toda posible idealización que se haya hecho de la figura pública con el paso de los años, su padre «era parecido a cada uno de nosotros, una persona con los mismos deseos que cualquiera y que en todo caso fue forjando sus pensamientos sobre todo con los viajes que le llevaron a conocer la realidad social de buena parte de los países de América del Sur».

En su opinión, forjada según propio testimonio por lo aprendido en el seno de su familia y por los escritos del Che -apenas pudo disfrutar de su compañía hasta los cuatro años de edad-, el médico convertido en revolucionario internacionalista «aprendió las lecciones vitales de un conjunto de pueblos atacados por el hambre, la miseria y las enfermedades, expresadas ante todo en la infancia, con efectos devastadores para la mayoría de la población».

En ese relato de las experiencias de su padre como galeno, Aleida Guevera introdujo la suya propia en países como Nicaragua y Angola para compartir con el auditorio «el hecho cierto y constatable de que en eso que llamamos tercer mundo se producen situaciones infrahumanas ante las que cabe preguntarse cuál es la razón última y, especialmente, qué hace diferentes a esas personas de las que simplemente han nacido en el Primer Mundo».

Por comparación entre los países con distinto nivel de desarrollo económico, Aleida Guevara señaló que en el caso del ámbito europeo «viven ustedes instalados en situaciones tan curiosas como las peleas entre suizos, franceses y belgas por reivindicar que el chocolate que fabrican es el mejor del mundo, aunque jamás han cultivado cacao».

Con esa referencia a las materias primas que sirven a los países productores de los productos finales más cotizados en el mercado, Guevara insistió en que la mayor parte de esos productos son extraídos o cultivados en países tercermundistas «mientras no se tiene en cuenta a las sociedades de donde son originarias. «Es un hecho -señaló- que el mundo desarrollado no vive sin nosotros, pero nos ignora. ¿Por qué ese afán en considerarnos inferiores a ellos?».

Y de vuelta a la que considera completa vigencia de las ideas del Che en el presente, Aleida Guevara pormenorizó cifras sobre pobreza en el planeta «cuando se desató la actual crisis económica capitalista, lo que prueba que se vive en mundos paralelos porque si una cuarta parte de la población ya estaba bajo los umbrales de la pobreza entonces es que no había sido considerado de la misma manera».

A título de resumen sobre el conjunto de la experiencia de su padre y la suya propia como cubana «comprometida con la revolución de mi pueblo», Aleida Guevara afirmó que «América Latina es un pueblo sin piernas pero que camina», explicando la frase en el sentido de que en la actualidad varios países de ese continente han abordado experiencias «contra la pobreza y la indolencia» que «posiblemente demuestren que podemos y debemos cambiar este mundo».

Imperfección
Respecto a las críticas vertidas desde numerosos ámbitos políticos de países europeos y de América del Norte respecto al sistema cubano desde 1959, la señora Guevara indicó que «la sociedad socialista no es perfecta porque en definitiva está hecha por hombres y mujeres, pero la vía para mejorarla es la capacidad crítica de esos mismos protagonistas y no las simples agresiones y desinformaciones llegadas desde el exterior».

En el turno de intervenciones del público asistente, Guevara debió enfrentarse a críticas sobre la falta de libertad de los cubanos para entrar y salir de su país. «Yo creo -manifestó- que con respecto a profesionales formados en Cuba como es el caso de los médicos, la controversia tendría fácil solución. A nosotros nos proporcionan los estudios con total gratuidad, de manera que si alguien quiere marcharse debería ser tan simple como retornar a la sociedad cubana los gastos de sus estudios, que son de primer nivel, y que por ejemplo en EE UU suponoen para el estudiante unos 25.000 dólares al año».