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La segunda jornada del primer juicio contre el expresident Matas, auténtico protagonista de la serie en la que se convertirá el ‘caso Palma Arena', no tuvo tanta expectación ciudadana. No faltaron quienes esperaron a los acusados a la puerta de la Audiencia Provincial para poderles abuchear, pero el amplio despliegue de policías y periodistas les superaban ampliamente en número.

Daba la impresión de que en la calle los ciudadanos andan más preocupados por el paro, la crisis y la cuesta de enero, aunque en el interior de la sala de vistas no falta un selecto grupo de personas interesadas en conocer de viva voz los entresijos de la política balear y sus complejas relaciones con el periodismo.

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Ayer daba la impresión que se había rebajado la tensión y las defensa y acusados charlaban de manera más distendida en el patio de Can Berga, un clima que no afectó a Matas y la que fue su jefa de Gabinete Dulce Linares, que mantuvieron una breve conversación durante un receso y algunos testimonios del encuentro coinciden en que no fue en todo caso en un tono amistoso, al igual que en interrogatorio del fiscal Horrach al expresident.

Los tediosos interrogatorios sumieron en un profundo sopor a una abogada asistente como público en la sesión vespertina, la misma en la que un sector de los presentes no ocultó su desprobación ante las palabras de Matas escudándose en la profesionalidad de los funcionarios para desconocer las posibles irregularidades. Fuera, policías, periodistas, abogados y acusados se han convertido en una atracción turística más de la ciudad.