Imagen de archivo de un aula en un centro de educación de adultos en las Islas. | Pere Bota

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«Cuando hago algo mal o falto a clase mis padres me castigan, y yo valoro mucho, pero si me porto bien enseguida me levantan el castigo y yo vuelvo a hacer lo mismo». Este tipo de testimonio se repite entre los jóvenes de entre 16 y 20 años que abandonaron la escuela de forma prematura, que ahora cursan la educación Secundaria para personas adultas en un centro de Balears y que han sido entrevistados para la realización de un estudio de la Universitat de les Illes Balears que analiza precisamente por qué los jóvenes de las Balears dejan los estudios antes de tiempo y por qué muchos de ellos retoman su formación más tarde.

El trabajo 'Abandonament escolar prematur i retorn al sistema educatiu a Balears: històries de vida de l´alumnat de l´educació permanent de persones adultes' concluye que el fracaso escolar, las bajas aspiraciones educativas y laborales y las situaciones traumáticas personales y familiares figuran entre los principales motivos de un amplio y complejo entramado de causas por los que los jóvenes abandonan los estudios antes de obtener el título de ESO.

Realizado en colaboración con la Universidad de Quebec (Cánada), los autores de este trabajo son los profesores Jaume Sureda, Francesca Salvà, Ruben Comas, Antonio Casero, Teresa Adame y Miquel F. Oliver, del Grup de Recerca Educació i Ciutadania de la Universitat balear.

La profesora Francesca Salvà, investigadora responsable del proyecto, explica que a través de los testimonios de los estudiantes entrevistados «nos damos cuenta de las equivocaciones que cometemos los padres» que «con nuestro comportamiento lo que hacemos es actuar mal en relación a los que decimos que son nuestros objetivos». También queda en evidencia cómo los chicos «juegan con los adultos», les manipulan, les echan pulsos que siempre ganan, «pero a la vez lo que ellos agradecen en el fondo es que los padres les ayuden a poner orden en su vida, a definir lo que es bueno o malo».
Otra conclusión del trabajo, prosigue la experta, es «que el absentismo es, de alguna forma, una vía de escape consentida por todos, pues ellos se ausentan de la escuela y nadie toma acciones contundentes». Es preciso más control, pero no a la vieja usanza, «el autoritarismo no vale, hay que encontrar una vía de negociación, de estar pendiente de los hijos pero dándoles autonomía a la vez».

«Tenemos, pues, por una parte la incapacidad de los padres para educar a sus hijos, porque no saben, están muy desorientados, y por eso, en vista a prevenir el abandono escolar, se plantea que la formación de los padres debería formar parte de la paternidad y maternidad, al mismo nivel que las visitas al pediatra». Por otra parte, el trabajo constata que el sistema escolar también debe mejorar los mecanismos de prevención del abandono escolar y abordar y prevenir desde el inicio las situaciones de alejamiento de la escuela. «Muchos chicos y chicas quieren volver a los estudios y es nuestro deber facilitarles este retorno».

Salvà recuerda que «durante las vacas gordas, cuando había dinero, no se pensó en un sistema de segunda oportunidad para el retorno a los estudios, nos quedamos con el dinero fácil». «Lo que se ha hecho es válido, pero es insuficiente, es como querer curar una pulmonía con una aspirina. Es la hora de dar respuestas», asevera.