Apurando los últimos cigarrillos antes de la entrada en vigor de la ley que da portazo a los fumadores. | Teresa Ayuga

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«Al bar se ha venido siempre a tomar una cerveza, un carajillo, un café... y a fumarse un cigarrillo, que apetece. ¡De toda la vida! ¡No como ahora con esta ley del estraperlo!», dijo Àngel Rostro, cliente y fumador. «Esto es una mierda. Toda la vida se ha fumado, toda. Y ahora, por una puta ley, estamos así».


«Lo primero que deberían hacer es cerrar los estancos y Tabacalera, y después ya cerramos todos. No vamos a ponernos a nivel de otros países cuando España es tercermundista... Aquí siempre lo paga el perro con pulgas (alusión al refrán 'A perro flaco todo son pulgas')».


Toni Rotger, propietario de una conocida cafetería de Palma quien, por cierto, no fuma, pero reconoce que su clientela es mayoritariamente fumadora, comentó: «Estoy convencido de que habrá clientes que fumen, a pesar de la prohibición, y los propietarios vamos a ser quienes tengamos que hacer el trabajo de la policía».

Este empresario no sabe a pocos días de la entrada en vigor de la ley antitabaco si puede instalar ceniceros en la puerta de su establecimiento y si deberá pagar impuestos por ocupar la vía pública: «No estamos informados de nada».

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Manolo, otro propietario aseguró: «Me parece que la multa será de 600 euros, pero no sé si la tiene que pagar el propietario, el fumador o ambos. Nadie nos ha informado, así que no sé cómo actuar. En lo que a mí respecta pondré carteles pero, a partir de ahí, si un cliente fuma...».


Santiago Carrillo, el icono


«Qué llamen a Santiago Carrillo, a ver si se atreven a prohibirle fumar, que está a punto de cumplir 100 años y ha fumado toda la vida», decía Antonio en la tertulia que suscitó este reportaje. «Pues que llamen también a Sara Montiel, que sus buenos puros se fuma y mírala», decía Manolo. «Todo para cobrar impuestos, mira qué barato es un cartón de tabaco en las Islas Canarias», remató Antonio.


Salmón ahumado


'Pepet', un cliente que dejó de fumar hace seis meses, matizó: «A mí no me molestan, siempre que no haya mucho humo, es por el olor más que nada». «Pues mira qué bueno está el salmón ahumado», respondió Manolo con ironía.