La mesa próxima a la pared es donde cenaron. | Pedro Prieto

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El vicepresidente chino y sus cinco ministros ocuparon seis suites del Hotel Valparaíso. La de Xi Jimping, de 120 metros cuadrados de superficie, con una terraza de 500 metros y con una visibilidad de 340 grados, es la mayor y mejor situada de todas. Para poder contemplar el paisaje, pidió que le instalaran sillas. Desde allí se entretenía viendo la entrada y salida de barcos, la ciudad de Palma casi a vista de pájaro, Cabrera, Marivent... Y lo hacía poco antes de salir del hotel, después del desayuno uno, de 7 a 7.30 horas.
El resto del séquito, ocupaba habitaciones normales.
Otra de las suites alquiladas la destinaron a oficina, en la que instalaron cinco líneas telefónicas. Leían la prensa local y nacional del hotel, e imprimían la china -ellos llevaban sus impresoras portátiles- que les llegaba a través de internet.
Cuatro cocineros chinos
Las tres veces que comieron en el hotel, comieron al 50 % comida china, condimentada por cuatro cocineros chinos que viajaban con ellos, y de las tres cartas que les ofreció el hotel, la mallorquina (de la que eligieron los escaldums de pavo), la mediterránea (de esta, la paella fue la más solicitada) y la de gala, en las que no faltará el aceite de oliva de primera calidad. Eso sí, que en el aperitivo tampoco faltara nunca el mejor Jabugo, ni olives trancades, ni banderillas con guindilla. Ni en el desayuno las ensaimadas. En cuanto a vinos, se decantaron por los Rioja, y de los mallorquines degustaron los Son Ramon, de Llubí y el Som des Cavallers, entre otros.
Un miembro del séquito encargó al hotel que le compraran cinco Jabugos, botellas de aceite de oliva de primera calidad, banderillas y tarros de olives trancades para llevárselas a China.
Al bar fueron pocas veces. En realidad solo fueron cuando regresaron de cenar del Bahía Mediterráneo. En él, el vicepresidente, sus ministros y algunas personas más, estuvieron tomando café. Nada de alcohol.
En cuanto a las pistas de tenis, fueron contratadas una noche para disputar unas partidas entre los ministros. El vicepresidente no jugó, pero sí estuvo viéndolos jugar.
Sonó la palabra «Corea»
¿Que por qué cenó con la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, en Casa Eduardo? Porque la ministra, que conoce la casa por haber estado cenando en otras ocasiones, era la anfitriona, por tanto ella eligió el lugar... donde ayer almorzaban cuatro turistas chinos que sabían que la noche anterior había cenado allí su vicepresidente.
Hay que decir que la cena había recibido el visto bueno de parte de una delegación chino-española que la había estado probando días antes, que además dispuso la mesa. Alargada, para nueve comensales en cada parte, ministra y vicepresidente en el centro, frente a frente, ella dando la espalda a la pared, y cerca de ellos, los interpretes.
En la parte alta del comedor, se montó una especie de photocall, con las banderas de los dos países como telón de fondo, delante de las cuales se sentaron Trinidad y Xi. Durante la cena se escucho a Trinidad pronunciar la palabra «Corea». Tras traducir lo dicho por esta, Xi asintió.
Más adelante, éste comentó, por tres veces, que de entre los países del Euro, España es el país más amigo nuestro»
Antes de finalizar la cena, el vicepresiente brindó «por la salud de todos nosotros, por la de ustedes y la de sus amistades».
Tras recomendar a la delegación china la exportación de productos españoles, entre otros jamón, sobrasada y banderillas, les invitó a que contemplaran la Seo bañada por una luna casi llena.
La primera en abandonar el restaurante fue la ministra -que había sido la primera en llegar a él-. A la media hora lo hizo la delegación china, que se había quedado a contemplar la Catedral y a luna casi llena. «Con un volveré otra vez a Mallorca», el vicepresidente se despidió de quienes les habían servido la cena.
La cuenta de ésta la abonará el Ministerio de Asuntos Exteriores.