La Facultad se ubicará en principio en Son Espases. | Jaume Morey

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El Consell de Govern de la UIB aprobó ayer la propuesta de plan de estudios del grado de Medicina, así como el envío de la memoria de este plan al Consejo de Universidades y a la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación (ANECA), para su verificación. La memoria propone 70 plazas y 360 créditos.

La carrera de Medicina tendrá una duración de seis años, pero antes de ser una realidad en las Islas deberá recorrer un largo camino hasta lograr la aprobación definitiva.

Aún no se sabe en qué curso se implantará. No obstante, lo que más preocupa a la Universitat no es la aprobación del plan de estudios, que es similar al que está implantado en otras universidades, sino contar con la financiación suficiente por parte del Govern balear. Desde la UIB se informó de que el presupuesto necesario para el primer año de estos estudios es de 700.000 euros y el presupuesto global es de 6,5 millones.

Por eso, si el plan de estudios recibe la acreditación del la ANECA y el Consejo de Universidades, y luego logra el visto bueno del Consell Social llegará al Consell de Govern que sólo podrá aprobarlo si cuenta con el dinero suficiente para su implantación con garantías.

La idea es que la partida de dinero destinada a la creación de estos estudios sea independiente del presupuesto general de la UIB, «con el fin de que ningún otro estudio pueda verse perjudicado por esta implantación».

Pero hay otro problema, y es que hasta el momento la ANECA tan sólo ha acreditado a un médico de las Islas para dar clases en esta Facultad, de los muchos que se han presentado, aseguró ayer el doctor Pere Riutord. El primer año precisa más de un centenar de docentes.

Primer intento

En las Islas ya hubo un conato de implantación de estos estudios, cuando en el año 1975 se puso en marcha el primer curso de la carrera, dependiente de la Autónoma de Barcelona, y se repitió ese primer curso en 1976 y 1977. Luego los alumnos debían seguir sus estudios fuera.

La tentativa acabó mal, por falta de interés político y «con los estudiantes encerrados en el Rectorado porque no los querían en ninguna otra universidad», recordó Riutord.