Los estudiantes, con el conseller Llinàs el pasado martes. | Pere Bota

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Estudiar y formarse para encontrar un trabajo o para progresar, por amor propio, por necesidad o para darle lo mejor a la familia. Una o varias de estas razones empujaron a las once personas que esta semana recibieron el Premio Extraordinario de Formación Profesional del curso 2008-09, un galardón que les convierte en «ejemplos a seguir», tanto para sus compañeros, como para la sociedad en general, según reconoció el conseller d´Educació, Bartomeu Llinàs.

La FP es, cada vez más, una opción válida, acertada y realista para enfrentarse a un mercado laboral en crisis, competitivo y exigente. Y si esa etapa de formación se vive, además, con ganas, el resultado es un expediente modélico.

Los estudiantes premiados el pasado martes, muchos de los cuales ya tenían otros títulos y siguen estudiando, tienen edades que van de los 21 a los 49 años, algunos tienen hijos y están casados, otros no, pero todos coincidieron en que les valió la pena realizar el esfuerzo.