El obispo Jesús Murgui salió a recibir, a la puerta de la Seu, a los Reyes, los Príncipes y sus nietas, con los que posó ante el numeroso público que les esperaba a pesar del mal tiempo. | J. Lladó

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A las 12.08 de ayer, con el cielo gris plomo, amenazando lluvia, los Reyes, sus hijos, los príncipes de Asturias, y sus nietas, las Infantas, llegaron a la Seu. Ocho minutos sobre el horario previsto. ¿Tuvo la culpa de ello el Gran Premio de Malasia de automovilismo? Se pensó que podía ser por eso, dada la afición que tiene Su Majestad por el automovilismo. Que si lo fue, tampoco pasa nada. Frente al primer templo de Mallorca, numeroso público aguardaba. Puede que más que en años precedentes, y entre él muchas personas de la tercera edad, de vacaciones en Palma. En cuanto a periodistas, unos cuarenta, entre ellos media docena de enviados de agencias extranjeras.
En la puerta principal de la Catedral, dándoles la bienvenida, les recibió el obispo, Jesús Murgui, acompañado del Cabildo en pleno.
Doña Sofía, completamente de primavera, vestía de color rosa palo y zapatos a juego. Doña Letizia, muy guapa y elegante, iba subida en altos tacones de unos zapatos azules a juego con el resto de su ropa: trench de color gris azulado, ajustado con un cinturón que resaltaba, más si cabe, su delgada figura; pantalones azules y fular en los mismos tonos. Las Infantas, preciosas: sin leotardos, con el fresquito que hacía, pero con calcetines. El vestido era de color rosa chicle Bazooka. En cuanto los Reyes bajaron del coche sonó una gran ovación y gritos de «¡Guapa!» dirigidos a la Reina.