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Historia y tradición se desprendieron del pregón del sacerdote de Artà Antoni Gili i Ferrer (Artà, 1932) que, con su lectura, ayer dio por inaugurada la Semana Santa mallorquina.
La basílica de Sant Francesc acogió, como cada año, este solemne acto presidido por el obispo de Mallorca, Jesús Murgui, una vez finalizada la procesión de los estandartes, en la que participan todas las cofradías palmesanas y que partió de la iglesia de los Capuchinos y finalizó en la basílica de Sant Francesc tras recorrer la calle Sant Miquel y la Plaça de Cort.
Historia
El pregón del sacerdote Antoni Gili i Ferrer, conocido historiador (o documentalista, como le gusta considerarse) estuvo marcado por un buen número de anécdotas, fechas y curiosidades que pusieron de manifiesto la importancia de la Semana Santa en Mallorca y la tradición de cientos de años de procesiones y cofradías. Un fervor que viene marcado por la figura del Crist de la Sang (situado en el Hospital General de Palma) y su procesión del Jueves Santo. Según Gili i Ferrer, Palma y la procesión del Crist de la Sang han sido el germen del nacimiento de muchas cofradías y procesiones en la Part Forana.
Entre las anécdotas del sacerdote: la procesión de Jueves Santo no se realizó en 1672. Asimismo, recordó que hubo varios años en que no se permitió participar en la procesión con capirote, o la anécdota con la que finalizó el pregón: una mujer enferma terminal, al paso del Cristo, pidió su curación, que llegó unos meses después.
Entre los asistentes al acto, la alcaldesa de Palma, Aina Calvo, y su antecesora en el cargo, Catalina Cirer, que este año no compartieron banco, como sí ocurrió el pasado año.
Tras el pregón, el pianista palmesano Joan Roig Palliser ofreció un concierto que incluía piezas de Monpou, Chopin, Mendelssohn y Turina.