Cientos de ciudadanos han querido protestar de forma pacífica contra la corrupción política. | M. À. Cañellas

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Un millar largo de personas (más de dos mil, según la organización) formaron ayer una cadena humana de dos filas para «proteger de políticos corruptos e impedir que entren» a las principales instituciones: el Ajuntament de Palma, el Consell de Mallorca y el Parlament.
La organización, una plataforma que agrupa a 120 entidades, mostró su satisfacción ante la respuesta a la convocatoria. Su portavoz, Tomás Balaguer, agradeció, megáfono en mano, la asistencia e incidió en el carácter cívico de la convocatoria. Los mensajes, y el texto mismo de manifiesto, leído entre aplausos, expresaba «nuestro apoyo a los fiscales, los jueces y los funcionarios que, con su trabajo, permiten aclarar estos abusos», en referencia a los casos de corrupción que convulsionan desde hace meses la política de las Islas y que se han llevado por delante varios cargos institucionales, incluida la presidenta del Parlament.
Indignación con compromiso
La convocatoria de ayer, lejos de otras que se han celebrado en ocasiones anteriores, no iba contra la clase política, sino contra quienes «la corrompen». El texto del manifiesto incidía especialmente en que había que mostrar «indignación» ante quien juegan a su desprestigio e incluía una alabanza clara a los «servidores públicos», a la vez que reclamaba una llamada a «todos los partidos» para que hicieran autocrítica.
La primera idea era formar una hilera de personas pero la organización se percato de que se había congregado más gente de la esperada en la Plaça de Cort y anunció que se haría un «doble cadena». Comenzó en uno de los laterales del Ajuntament, rodeó el edificio por delante; pasó por el Consell; cruzó hasta el Parlament y bajó por la calle Conqueridor. La gente se soltó allí las manos, iba de la mano, y tomó las escaleras que van a la cuesta de Sant Domenge para volver a Cort.
Hubo presencia de cargos políticos (ninguno de UM ni del PP; sede ante la que se produjo una sonora pitada) pero lo verdaderamente relevante fue el peso de la ciudadanía: jóvenes, nos tan jóvenes, alguna persona de edad algo más avanzada, activistas de épocas políticas pasadas, antiguos cargos de la izquierda, pintoras, bailarinas y... mucha gente de la calle. Cogida de la mano y «blindando» las instituciones políticas para que no entraran «corruptos».