Miles de personas salieron a la calle para disfrutar de los conciertos, como el de Melocos en la Plaça Major de Palma. | M. À. Cañellas

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Sant Sebastià 2010 se puede etiquetar con varias palabras: afluencia masiva, climatología indulgente y cartel insuficiente. Nombres propios de una edición que, consagrada en el calendario festivo capitalino, congregó -según fuentes municipales- a 51.000 personas, una cifra récord desde la revetla de 2007, según datos de Cort.

Más allá del esplendor atmosférico, las deficiencias de la fiesta afloraban de un cartel atenuado: cuantitativamente, resultó abundante; cualitativamente, insuficiente. Una sesentena de artistas, diseminados en 11 escenarios contando Sant Canut, articuló una fiesta que inyectó en la retina del palmesano 300.000 watios de luz, superando su despliegue de sonido los 600.000 watios globales. Cambios de última hora propiciaron el intercambio de los actos y conciertos que, inicialmente programados en la Plaça Major, pasaron a desarrollarse en la Plaça d'Espanya y viceversa. El motivo de la permuta escénica obedecía a la imposibilidad de la Plaça Major de resistir el peso de la grúa necesaria para montar el escenario que acompaña la gira de Luz Casal.

En un programa que inoculaba referentes tan dispares como el rock con tintes folkies de Tomeu Penya, los prodigiosos malabarismos vocales de la congoleña Bilonda o el alambicado oscurantismo rapero de Havoc & Big Noid, el clamor popular se encomendó al cóctel concentrado de hits que, en la Plaça d'Espanya y de la Reina, respectivamente, despacharon Luz Casal y Jarabe de Palo. Recurrieron a sus mayores logros, descorchando abruptamente lo más granado de su repertorio deslizando temas como Piensa en mí o Alma mía (Luz Casal); y La flaca o Bonito (Jarabe de Palo). Superada la medianoche, la irrupción de una incipiente cortina de agua hizo presagiar el desastre, que no fue en exceso, pero sí obligó a interrumpir las actuaciones de grupos en la Plaça de l'Artesania y en Patins, donde los toldos sobre el escenario brillaron por su ausencia. En cuanto al sonido, irregular en su conjunto dependiendo de dónde se situara el público y de la estructura de la plaza, un clásico de cada año. En cuanto a la afluencia, en Participació Ciutadana estaban exultantes anunciando datos de récord.