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He pescado un total de doce tiburones blancos. El primero, cuando tenía 40 años. Fue en las Escaletas y siempre los he cogido con un gran temporal, con el agua sucia, en invierno. Estos escualos van a tierra cuando hay temporal. Todos los tiburones cayeron en la almadraba, muy cerca de la costa. El tiburón blanco entraba en esta red persiguiendo a los atunes que quería comerse», afirma el pescador Pep Borràs, de 95 años, y uno de los protagonistas del documental que fue presentado ayer por su director, Juan Andrés Ruiz, bajo el título Mallorca, en busca del gran tiburón blanco.

El trabajo, rodado en Mallorca y Ciudad del Cabo, será proyectado en el Palma Aquarium el próximo día 8, a las 20.30 horas. Biel Morey, biólogo de la dirección general de Pesca; Devora Morrison, director del departamento de Educación de Palma Aquarium, y Roman Gradel, director del departamento de Biología de este centro marino, acompañaron a Juan Andrés Ruiz en la presentación de un trabajo de investigación al que ha dedicado cinco años. «Es el primer documental realizado en Mallorca sobre el tiburón blanco, la historia que une la pesca con un gran depredador. No hemos querido frivolizar sobre el tema mostrando la imagen más sangrienta del escualo. De hecho, es totalmente improbable que se nos acerque cuando nos estamos dando un baño en la playa. El tiburón blanco está muy mitificado en cuanto a su agresividad», afirma Ruiz. «Su presencia en Mallorca no es extraña. Hoy en día, en el Mediterráneo están en peligro de extinción y sus capturas son extremadamente ocasionales. En 1976 se registró la última captura. Después, se dejaron de utilizar las almadrabas y no se realziaron más», añade Biel Morey.

Mercedes Azagra