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Paradores de Turismo, que preside el ibicenco Antoni Costa, está interesado en convertir la finca Raixa en un parador nacional, para lo cual ya se han iniciado diversos contactos para perfilar esta operación. La filosofía de Paradores de Turismo es la de no adquirir ningúna finca o edificio emblemático, «puesto que tienen que ser cedidos por sus propietarios, sean privados o públicos, con el fin de que nos hagamos cargo de ellos y poder llevar a cabo las inversiones adecuadas. Mallorca es uno de los pocos destinos vacacionales españoles que no cuenta con un parador y creo que sería muy interesante culminar un proyecto de estas características. Raixa sería un lugar ideal para montar un parador nacional», explicaba a este diario en la pasada edición de Fitur Antoni Costa.

En caso de que no fructifiquen las negociaciones que se puedan entablar, Paradores de Turismo seguirá buscando un enclave emblemático que aporte un valor añadido a la actual oferta de alojamiento turística existente en la Isla. El interés de Costa por disponer de un parador en Mallorca es más que manifiesto, como así se lo ha hecho saber a sus colaboradores. Eivissa ya tiene aprobado la construcción de un parador en el D'alt Vila y Menorca está a punto de cerrar la cesión de un edificio para reconvertirlo en parador. Paradores de Turismo, asimismo, busca reorientar el turismo que llega a España procedente de los mercados europeos más maduros en busca de «sol y playa», hacia otras alternativas que la compañía pretende potenciar. «El sol y playa tapa toda la riqueza de este país y creemos que estos mercados están maduros para conocer otros productos», señala el presidente de Paradores.

Para ello, Costa anuncia la segmentación de la oferta de Paradores en siete productos diferenciados, que se comercializarán bajo el eslogan de «Experiencias» y que agruparán a los 91 establecimientos de la red en función de las características de cada uno de ellos, es decir: paradores de sol y playa, patrimonio histórico, naturaleza, golf, salud, familia y empresas. Un parador capta una clientela de poder adquisitivo medio-alto y que busca disfrutar el entorno, gastronomía y del turismo cultural.