Las aulas fueron construidas bajo la dirección de dos arquitectos y
con la supervisión de las hermanas de AMICO, que trabajan en
Nicaragua desde hace más de 20 años. «Nosotras nos encargamos de
contratar a los obreros y de comprar el material. Además de las
aulas, se han construido baños para alumnos y profesores y un muro
de contención, necesario para construir las aulas en un terreno
desnivelado. Durante las obras, tuvimos problemas por los cortes de
agua. El propio ingeniero de obras llevaba agua desde su casa de
Masaya (a 40 kilómetros del colegio) para poder hacer el cemento
todas las noches. Los obreros trabajan hasta pasada la madrugada»,
añade.En el día de la inauguración, en la que estuvieron presentes
Chus Bonafé y Lourdes Terrasa, voluntarias de AMICO, no faltaron
los bellos bailes nicaragüenses por parte de alumnos del centro,
emotivas palabras de agradecimiento y la entrega por parte de las
hermanas de AMICO de una placa al Ajuntament de Palma, que fue
recogida por las voluntarias.
Se trata de dos nuevos módulos educativos, inaugurados el pasado
mes de septiembre en uno de los barrios más pobres de la capital
nicaragüense tras siete meses de obras, que han tenido un
presupuesto de 40.000 euros. El colegio, gestionado por la
religiosa mallorquina Esperanza Garau, superiora general de Amistad
Misionera en Cristo Obrero (AMICO), es el único centro escolar de
la zona que ofrece estudios de Primaria y Secundaria en una
población de más de 20.000 habitantes. «Todos ellos viven en unas
condiciones paupérrimas: la violencia juvenil aumenta cada año, las
familias están desestructuradas, los niños son maltratados y muchas
niñas abusadas. La educación es la única vía para poder iniciar un
cambio. Gracias al Ajuntament de Palma y a Ensenyants Solidaris más
de 200 jóvenes van a poder empezar una nueva vida llena de
esperanza», afirma sor Esperanza.
Escolares y familias se involucraron directamente en el proyecto
educativo. «El colegio organiza cada año el Día de la Piedra de
Cantera», en el que un familiar colabora con la financiación de un
bloque de cemento para la construcción del muro de contención.
También aportan las vallas protectoras, que ellos mismos instalan y
pintan», afirma sor Esperanza.
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