Payasos, equilibristas y muchos animales componen un espectáculo de casi dos horas en la pista del circo situado en el Polígon de Llevant.
Pocos son los espectáculos que despiertan la ilusión, alegría y sonrisas de los niños, como el mundo del circo. La magia que existe en las funciones del Circo Williams es un claro ejemplo del encanto que guardan, en sus recuerdos, muchos mayores de su niñez. Un mundo de felicidad, variedad de animales y gente que salta de un trapecio a otro en perfecta combinación con su compañero. Este año, el Circo Williams presenta un espectáculo muy amplio, para que grandes y mayores puedan disfrutar de la variedad de los números acrobáticos y de malabarismo que se realizan en la pista central. Bajo la gran carpa, caballos, búfalos, elefantes, «poneys», etc, muestran verdadera disciplina y destreza en sus actuaciones. A diario las actuaciones despiertan los aplausos y sonrisas de un público especialmente infantil. El fin de semana es cuando toda la familia se reúne para compartir ese especial momento para los pequeños de la casa. La función empieza con la presentación de Eduardo Raluy, director de la gran familia de este entrañable circo, quien es interrumpido por una traviesa pareja de payasos. Las delicias y torpezas de este entrañable personaje del circo, es precisamente la figura que cuenta, en este circo, con un pequeño homenaje muy especial.
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