La llegada de los obispos a Mallorca se ha realizado de distintas formas, conforme los medios de transporte han ido cambiando. Por aire o por mar, en barco o en avión, siempre ha sido un acontecimiento de primer orden. El obispo Teodor Úbeda rompió la tradición. Nieves Guillén Moreno, su asistenta personal, recuerda que «primero fue obispo auxiliar en las Pitiüses, luego obispo de Eivissa y poco después, administrador apostólico de Mallorca. Cuando nombraron a Teodor Úbeda obispo titular de la Isla, él ya estaba aquí, por lo que su 'llegada' fue más discreta». Sin embargo, esto no siempre fue así. Juan Hervás y Benet llegó el día 1 de marzo de 1947, a las nueve y media de la mañana, a bordo del vapor «Mallorca». El tiempo desapacible, lluvioso y frío, no fue obstáculo para que una inmensa multitud acudiera al muelle e invadiera fondaderos y paseos, especialmente el de la Riba. Estuvieron representadas todas las clases sociales.
La llegada más esperada
Los últimos obispos de Mallorca han puesto el pie en la Isla en medio de una gran solemnidad. Teodor Úbeda impulsó el cambio a la austeridad
28/12/03 0:00
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