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GORKA MORENO - EFE
Llegaron de su destierro argelino con problemas de vista, una dentadura deteriorada, una cardiopatía leve y una fuerte disentería. Son Nafi y Salamu Brahimsalem, dos hermanos gemelos saharauis de 11 años que viven en Palma su segundo exilio bajo la tutela de Carmen y Xisco. En poco menos de un año de estancia en la isla, han aprendido castellano, catalán e inglés, entre muchas otras cosas que su curiosidad ha descubierto ya por sí misma. Dejaron a su familia en el campo de refugiados cercano a Tindouf (Argelia) de Smara, la «ciudad sagrada», uno de los cuatro distritos o «wilayas» ubicados en el territorio desértico llamado el «Infierno de piedra» y donde viven más de 165.000 personas que aguardan con esperanza, según explica Carmen, el día del «ansiado referéndum» que los libere del dominio marroquí.

Las raciones de lentejas y arroz han sido sustituidas por carne de ternera y mucha fruta, comida favorita de estos jóvenes que viven ahora a miles de kilómetros de su familia, de las «jaimas» o tiendas donde duermen, de las casetas de adobe y las letrinas. Ya no tienen que recoger en garrafas el agua que Argelia les regala cada cierto tiempo, siempre imposible de precisar, y, como la mayoría de los niños saharauis que pasan sus vacaciones en Balears, disfrutan al máximo nadando, una de sus actividades favoritas.

Cientos de fotos de familiares y amigos, dos alfombras sobre las que rezan, una edición del Corán llena de colorido, una lámina del desierto, una bandera de su país, dos cueros pintados a mano por sus abuelos y una piedra, con cuyo tacto se purifican antes de la oración, son algunos de los objetos que decoran el nuevo cuarto en el que duermen y estudian. Nafi llegó por primera vez a Mallorca en 1999, gracias al programa «Vacaciones en paz» y, debido a la gran inteligencia que tenía, según cuenta Carmen, «mi marido y yo entendimos que un chico como él debía tener la oportunidad de estudiar y formarse plenamente». Así, después de aquel verano, ambos visitaron a la familia de Nafi en Smara y, tras ver que tenía un hermano gemelo, decidieron junto con sus padres iniciar los trámites necesarios para que los dos hermanos vivieran en España. Trámites que un año más tarde, después del verano de 2000, durante el cual Salamu estuvo acogido en Toledo y Nafi en Liborno (Italia), permitieron que se quedaran en Mallorca con el matrimonio mallorquín, que obtuvo la tutela de los chavales.