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Antes de seguir, recuerdo que Geldorf fue el líder de Boomtown Rats, un grupo cañero de los 80 que tuvo un disco de gran éxito: «I don't like Monday», o algo parecido; que a finales de esta década organizó en el estadio de Wembley un gran concierto, «Live Aid», contra el hambre en Etiopía, y «Live Africa», a favor de la libertad de Nelson Mandela, posiblemente el espectáculo de mayor magnitud, con finalidad benéfica, que se ha organizado jamás; que dada la trascendencia que tuvo en todo el mundo, lleva varios años muy involucrado con Àfrica y, sobre todo, con las privaciones y necesidades que padecen la mayoría de sus habitantes; que, retirado de la música, se dedica a organizar conciertos y eventos musicales, y que lo hace muy bien, con gran profesionalidad; y que en los últimos años se ha metido de lleno en el mundillo de la multimedia, donde también está triunfando y, de paso, se está forrando.

Aparte de todo esto, Bob, protagonista de «El Muro», la película de Alan Parker, estuvo casado con la presentadora Paula Yates, que ha vivido largas temporadas en Palma "zona de Sant Agustí", y que se hizo famosa porque hacía entrevistas en la cama, ¿recuerdan?, y con la que tuvo dos hijos. Tras separarse, Paula se casó con el cantante australiano Paul Hutchence, vocalista del grupo Innxs, con quien tuvo otros dos hijos. Entonces, entre Yates y Geldorf surgió una disputa por la custodia de los hijos que tuvieron en su matrimonio, conflicto que lo finiquitó ella suicidándose. Desde entonces, Bob tiene bajo su custodia a sus hijos y a los de su ex, con quienes se ha venido a Mallorca, a descansar.

En Mallorca estuvo hace unos años con Paula precisamente. Si mal no recuerdo, al pedirles una entrevista contestaron que ni hablar, que lo único que no querían era ver periodistas a su alrededor. La tarde que le sorprendimos en la marina de Valldemossa estaba con sus hijos, no sabemos si con todos, pero había algunos a los que no prestó mucha atención, dicho sea de paso, pues estuvo casi toda el rato hablando a través del móvil, que ¡menuda batería ha de tener!, pues, ya digo, no paró de hablar ni un minuto.

Posiblemente mucha de la gente que compartía rocas y mar Mediterráneo con ellos no sabían que el hombre de las bermudas a cuadros era Bob Geldorf, pues nada tenía que ver en su aspecto físico, ni sobre todo en su look actual, con el Geldorf que todos recordamos, en cierto modo elegante, melenudo y comunicador. Casi con la puesta del sol, Bob animó a los suyos a que pusieran fin a la estancia en la playita rocosa valldemossina, pues al poco rato levantaron el campo y se fueron. Antes Bob se había colocado un sombrero de paja sobre su cabeza, enfundado una camiseta blanca, a juego con los bermudas a cuadros. Tras agarrar la bolsa de plástico, también blanca, se fue abriendo camino.