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El Coliseo Balear vibró casi como en sus mejores tiempos con sus tendidos llenos a rebosar en la corrida celebrada el jueves. Lo hemos dicho en otras ocasiones, si el cartel es atractivo, el público acude en masa, y esta vez hubo muchos mallorquines de Palma y pueblos, porque «guiris», al precio que están las localidades, se vieron pocos.

En los asientos de barrera, estuvieron quienes les gusta dejarse ver. En el tendido ocho, se sentó Antonia Dell'Atte con su hermana y su hijo. Muy cerca de la meseta de toriles vimos disfrutar de lo lindo al matrimonio Magnusson, y Tummy Bestard, que acompañó a la princesa Brigitta de Suecia. Sopresa causó su pasión por la Fiesta pues aplaudió generosamente las intervenciones de los diestros. En el lado opuesto ocupando una contrabarrera vimos al presidente de Air Europa, Juan José Hidalgo, junto a Ana Obregón y al jugador del Real Mallorca Albert Luque.

Antes de comenzar la corrida y durante el descanso, el público dio buena cuenta de las viandas y bocatas que se trajeron de casa, regándolo con bebidas frescas de sus neveras. Una buena idea, pues comprarlo en este recinto es un lujo. Por ejemplo, un botellín de agua cuesta 300 pesetas y un cocarroi o panada, 400 pesetas.

Pero esto es lo de menos. La gente disfrutó con el buen toreo de «Finito», y las faenas de Abellán y «El Juli», que estuvieron por encima de los astados de Bernardino Piriz, faltos de casta y sospechosos de pitones. El público, cosa rara, no anduvo en la primera parte muy insistente con los trofeos y no palmeó pasodobles. La cosa cambió en la segunda parte, a pachanguera ante la carga de adornos y desplantes. Inexplicablemente, la banda paró de tocar en dos faenas, pero sí le tocaron a «El Juli» el pasodoble compuesto por Juan Gayá.