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José María Aznar dejó claro ayer que su estancia en Menorca tiene carácter estrictamente privado. El presidente del Gobierno con su esposa, Ana Botella, y su hijo pequeño, Alonso, llegaron a la isla minutos después de las 14 horas de ayer en un Mystère que los trasladó directamente desde Madrid. Las autoridades que acudieron a darles la bienvenida en el aeropuerto menorquín cumplieron a rajatabla las instrucciones recibidas de no facilitar ninguna información previa sobre la llegada y los movimientos del jefe del Ejecutivo.

La delegada del Gobierno en la Comunidad Autónoma, Catalina Cirer, se desplazó exprofeso desde Palma para recibir a José María Aznar, al que cumplimentó a pie de avión acompañada por el director insular de la Administración del Estado en Menorca, Guillermo de Olives, y el director del Aeropuerto, Nemesio Suárez. El férreo dispositivo de seguridad, montado por La Moncloa, que blinda y protege durante las veinticuatro horas del día la estancia de Aznar en Menorca, se dejó notar desde el momento en que el presidente del Gobierno pisó tierra menorquina.

En las pistas del aeropuerto subió a un «todoterreno» en el que, con su esposa e hijo, y siguiendo las instrucciones de Antonio Cámara, se trasladó hasta el puerto de Maó para ir a almorzar al restaurante La Minerva. Aznar condujo durante el trayecto desde el Aeropuerto al puerto así como, tras la comida, desde el puerto hasta la finca Morell, en la carretera de Fornells.

Antonio Cámara, un funcionario de La Moncloa que hace más de años veranea en Santo Tomás, hombre de plena confianza de Aznar, se encargó de coordinar la estancia presidencial en la isla. A este hecho se añade la circunstancia de que una hermana de Ana Botella veranea desde hace varios años en Binibeca.