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Cristina Sánchez disfruta en Menorca de su recién estrenado matrimonio con el banderillero Alejandro da Silva y de un embarazo deseado. Son días tranquilos que transcurren rápidos y felices en la casa del pintor Ramón Jesús. Es la primera vez que Cristina visita Menorca y afirma que estar sorprendida por el atractivo de una isla que desconocía. Ahora inicia una nueva etapa en su vida, de la mano de Alejandro, quien, con Ramón Jesús, participa en una conversación que transcurre cordial en el patio de la casa que tiene el pintor en la calle Santa Rosalia de Ciutadella.

La etapa como mujer torero queda cerrada por críticas e incomprensiones procedentes de un mundo cerrado, el de los toros, que no llegó a aceptar nunca a Cristina Sánchez. «En 1996 tomé la alternativa como mujer torero en Nîmes», explica, «fue el momento de mi gran decisión. Ramón Jesús compartió conmigo aquella experiencia y aportó el cartel de la corrida». Durante once años Cristina ha sido profesional del toreo, de los que cuatro temporadas, de 1996 a 1999, fue matadora, demostrando arrojo y temple. Su trayectoria profesional en este mundo difícil y exigente incluye todas las artes, con caballos, sin caballos, y un profundo sentido del pundonor.

Pero el año pasado adoptó la gran decisión: abandonar los ruedos. Había demostrado sobradamente su valía y su capacidad, los éxitos le acompañaron durante muchas tardes, pero también muchas dificultades. Cristina Sánchez había disfrutado y consideró que debía concluir su presencia en el mundo taurino. Había demostrado de lo que era capaz desde la tarde que tomó la alternativa en Las Ventas de Madrid. Ahora está casada, se siente encantada al lado de Alejanro da Silva y esperan el nacimiento de un hijo que llegará dentro de seis meses. No quieren saber si será niño o niña hasta que se produzca el alumbramiento.