Plaza de la Independencia (Maidán) de Kiev. | Ignacio Ortega

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Las declaraciones de altos cargos europeos y estadounidenses se multiplican y suben de tono mientras se aproxima el 24 de febrero, primer año del inicio de la invasión por Rusia, que agravó ocho años de conflicto bélico empezado en 2014 con la anexión de Crimea y los combates generalizados en la región de Donbás entre fuerzas ucranianas y separatistas prorrusos.

El presidente francés, Emmanuel Macron, confesó este pasado domingo en una entrevista publicada por diferentes diarios franceses su deseo de derrotar a Rusia pero «sin aplastarla» al mismo tiempo que mostró su confianza en una salida negociada de un conflicto que ya parece enquistado.

No es la primera vez que Macron intenta diluir la deseada derrota de Rusia en un lenguaje equidistante. En el pasado ya declaró que no era una buena idea «humillar a Rusia» y que había que ofrecerle «garantías de seguridad», comentarios que no gustaron al gobierno del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.

Al mismo tiempo, el ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, aseguró en otra entrevista que Francia enviará carros de combate ligeros AMX-10 a Ucrania en los próximos días aunque no quiso precisar el número. También confirmó que ya hay centenares de soldados instruidos para usar estos vehículos blindados y que su país va a seguir formando a 600 soldados ucranianos al mes.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, fue aún más lejos aún en la Conferencia de Seguridad de Munich al anunciar su deseo de armar al ejército ucraniano con «estándares de la OTAN» para así impedir el avance ruso, y también planteó cambios en profundidad de los estatutos de la OTAN para garantizar un apoyo a Ucrania a largo plazo.

El discurso oficial del secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg fue en en la misma línea: dar un paso más y armar con más efectividad a Ucrania para defenderse de una agresión aunque matizó que «ni la OTAN ni sus aliados son parte en el conflicto». Rusia lleva desde el principio de la ofensiva de febrero de 2022 acusando a la OTAN de implicarse militarmente y de ayudar a prolongar la guerra.

Los altos cargos estadounidenses que han participado durante este fin de semana en este encuentro internacional tampoco se fueron por las ramas. La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, reiteró que Rusia ha cometido crímenes de lesa humanidad en Ucrania en sus continuos y generalizados ataques contra la población civil y aseguró que «los responsables rusos y sus superiores, que son cómplices, serán juzgados por su responsabilidad».

El secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, fue más preciso al afirmar que el propio presidente ruso, Vladimir Putin tendrá que responder ante el sufrimiento ucraniano y también ruso porque el número de muertos rusos superan los 20.000 y medio millón el de ciudadanos que han huido de Rusia.

El gobierno de Ucrania sigue aprovechando cualquier ocasión para pedir armas más sofisticadas y contundentes para decantar la guerra a su favor. El ministro de Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, dijo este sábado ante altos representantes de 96 países que «la entrega de aviones de combate sólo es cuestión de tiempo». El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, afirmó estar listo para enviar a Ucrania cazas MiG pero bajo una coalición internacional liderada por Estados Unidos.

El presidente Zelenski, por su parte, agradeció las «potentes señales» que su gobierno ha recibido durante todo el fin de semana sobre la importancia de un «refuerzo del armamento para nuestra defensa«. En su posterior discurso televisado en Ucrania insistió en que su país está cerca de la victoria, acusó a Rusia de patentar el terror y dijo que algunos representantes europeos ya hablan de entregar a Ucrania »misiles de largo alcance, otras armas, y un apoyo militar a largo plazo".

En una entrevista reciente con la BBC Zelenski volvió a descartar la posibilidad de ceder parte del territorio de su país en un posible acuerdo de paz con Rusia. Advirtió que esa posibilidad provocaría una gran confianza rusa para volver a intentarlo en el futuro. También declaró que «las armas que son el único lenguaje que entiende Rusia y es la única forma de acelerar la paz».

Ucrania ha solicitado también bombas de racimo, prohibidas por una convención internacional nunca suscrita por el estado ucraniano. En 2008 la Convención sobre Municiones en Racimo fue aprobada por más de 100 países que acordaron la prohibición completa de este tipo arma y entró en vigor en agosto de 2010 después de ser ratificada por treinta estados. Un total de 123 estados se han adherido a esta ley internacional vinculante.

La organización humanitaria Human Rights Watch pidió a finales de enero que Ucrania investigase la utilización y la diseminación de minas terrestres antipersonas lanzadas con proyectiles. Es muy grave que esté usando cualquier tipo de minas porque forma parte del Tratado sobre la Prohibición de Minas de 1997, que prohíbe cualquier uso de minas antipersonales.

También ha acusado en varios informes a Rusia de la utilización de «minas mariposa», que suelen herir a niños que las recogen del suelo atraídos por sus llamativos colores. Steve Goose, director de la división de Armas de Human Rights Watch, explicó que «las fuerzas rusas han usado en forma reiterada minas antipersonales y han perpetrado atrocidades en el país, pero esto no justifica que Ucrania utilice estas armas prohibidas».

Hace un año Rusia lanzó una ofensiva en diferentes zonas del país que permitió a sus soldados llegar hasta las afueras de Kiev, la capital. Pero la ofensiva fue frenada por el ímpetu ucraniano. Desde entonces, el Kremlin ha ido perdiendo terreno. En setiembre sus fuerzas fueron expulsadas de una parte importante de la región de Jarkiv y en noviembre se retiraron de Jerson, una ciudad estratégica a orillas del mar Negro y el río Dnieper, frontera natural con Crimea, anexionada por Rusia en 2014.

En el sudeste del país hay combates encarnizados en la ciudad de Bajmut. Las Fuerzas Armadas de Ucrania intentan defender cada palmo de terreno de una coalición de soldados rusos, paramilitares de grupos privados y separatistas prorrusos. El uso de la artillería es permanente, según testigos presenciales. La ciudad lleva bajo el asedio ruso desde mayo de 2022, pero los combates se intensificaron a partir de diciembre. La caída de Bajmut en sus manos permitiría a los rusos avanzar hacia los bastiones ucranianos de Sloviansk y Kramatorsk.

A la espera del discurso tradicional que Putin dará mañana ante las dos cámaras del Parlamento, aplazado en diciembre de 2022, donde abordará la situación actual en Ucrania, vehículos militares que incluían carros de combate atravesaron el sábado por la noche la frontera entre Polonia y Ucrania mientras este enviado especial hacía cola ante la frontera polaca-ucraniana que estuvo una hora cerrada.