Meloni sostiene un melón en un mercado italiano. La campaña electoral en Italia ha arrancado y todos quieren restarle protagonismo a la candidata de los Fratelli d'Italia. | Reuters

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Buena parte del mundo, especialmente aquel que siente más cerca los rigores que ha provocado la guerra de Ucrania, vive tiempos marcados por la incertidumbre. La política, en tanto disciplina que persigue modificar la realidad y transformarla en aras de un pretendido bien común, lidia con momentos convulsos, a pesar de que gracias a ella se capean mejor las vicisitudes presentes. Prueba de ello la tenemos, por ejemplo, en la ‘excepción ibérica’ al precio del gas que hace que la factura eléctrica no se salga de madre por completo. La política es cuestión de voluntad y la suma de voluntades colectivas se produce generalmente cada cuatro años con papeletas y urnas.

El mundo vive instantes delicados y va a una velocidad de vértigo. En el actual contexto están planteadas algunas elecciones de calado, elecciones que pueden cambiar de forma importante el panorama. Incluso condicionar de forma decisiva el futuro. Las convocatorias electorales a nivel internacional han arrancado a principios de este mes de septiembre con los electores suecos. En los pasados comicios la primera ministra Magdalena Andersson no ha conseguido revalidar el cargo. Ahora el líder del partido conservador intentará tramar una alianza que no conceda mucho protagonismo a la extrema derecha, los más fortalecidos en la última cita con las urnas en Suecia.

Sin embargo, vemos en el horizonte algunas de incluso mayor calado e importancia por sus posibles repercusiones. La primera de todas las elecciones de primera fila que abordamos en este reinicio del curso político tendrá lugar en menos de un mes. Italia escoge sucesor al primer ministro tecnócrata, Mario Draghi, el próximo 25 de septiembre. La salida del veterano banquero en funciones de presidente se produjo ante la imposibilidad de llevar a buen puerto un día a día complejo con todas las formaciones del espectro parlamentario acumuladas en un gobierno de concentración.

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Existen numerosos candidatos, más de una treintena de formaciones políticas que optarán por hacerse con el poder en la tercera mayor economía de la zona euro. Sin embargo, una está en cabeza en todas las encuestas. Se trata de Giorgia Meloni, mujer de 45 años y líder de los socios de Vox Fratelli d’Italia, quien con trayectoria a su espalda en formaciones ultra fue vicepresidenta del parlamento y ministra en una de las múltiples etapas de Silvio Berlusconi en el poder.

Si la cita con las urnas en Italia tiene un claro favorito, las elecciones en Brasil deparan un duelo de altura. El próximo 2 de octubre están previstas las elecciones en la segunda democracia más grande del hemisferio occidental, y sus 148 millones de votantes deberán escoger al nuevo presidente de la república. Se plantea sobre el tapete electoral una dura refriega entre los dos principales candidatos. De un lado el ultraconservador Jair Bolsonaro, cuyo segundo nombre es Messias y que se presenta a la reelección, y del otro el expresidente sindicalista Lula da Silva.

Existen otros candidatos en la terna, aunque con una intención de voto mucho menor que estos dos ‘peces gordos’ de la política brasileña. A su alrededor la tensión bulle e incluso ha habido ya muertos. Es probable que, si ninguno de los dos ‘barre’ en el escrutinio y obtiene más de la mitad de los votos se tenga que llegar a una segunda vuelta. En tal caso se produciría el domingo 30 de octubre, y la eventual victoria de Lula podría alumbrar el hito sin parangón del dominio de la izquierda en toda América Latina.

En el año 2023 no hay mucha tela que cortar en el terreno de las elecciones en el ámbito internacional y junto a las generales en España está prevista la convocatoria de elecciones en el Reino de Dinamarca antes del 4 de junio. Probablemente debamos pasar la hoja hasta 2024 para hallar las siguientes grandes citas: en marzo las elecciones presidenciales en Rusia y en mayo las votaciones para designar a los representantes de los ciudadanos en el Parlamento Europeo.