Imagen del Palacio de Buckingham.

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Hace cuatro años el periódico The Guardian filtró unos documentos de carácter secreto sobre los pasos a seguir en el momento en que fallezca la reina Isabel II. El coste de todos las actos ascendería a los 100 millones de libras. El plan, llamado London Bridge is down (el Puente de Londres se ha caído) se activa desde el fallecimiento de la reina Isabel II. En este momento, sería el secretario privado de la monarca quien haría saber la noticia a través de una línea de teléfono reservada a la primera ministra, Liz Truzz. Desde el Gobierno británico, concretamente, desde el Centro de Respuesta Global del Ministerio de Exteriores se informaría de la muerte de la reina a los gobernadores de las 15 naciones que conforman la Commonwealth.

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Tras los primeros avisos institucionales, para hacer público el triste anuncio a la opinión pública, se notificaría a la Press Association, la agencia de noticias más antigua de Reino Unido, a través de un canal restringido. Entonces, todos los programas tendrían que interrumpir su programación poniendo unas cortinillas con un cisne, bailarines o algún tipo de pieza artística, tras lo cual conectarían en directo con la BBC 1 y todos darían al mismo tiempo el anuncio a los ciudadanos ingleses. Se trataría de un breve discurso, que ya se habría ensayado múltiples veces para no dar pie a ningún fallo en semejante momento histórico. Eso sí, esto solo sería obligatorio, según los documentos filtrados por The Guardian, en las cadenas de televisión públicas.

Con ello, sucederían nueve días de luto oficial en Reino Unido. Los primeros ocho, con procesiones por las calles de Londres con el féretro presente. Actos que, previsiblemente, serán multitudinarios, pues se prevee una asistencia de más de 500.000 personas. En el último día de luto, el noveno, se harían sonar las campanas del Big Ben, que darían comienzo al funeral dos horas después en la Abadía de Westminster. La despedida religiosa sería retransmitida en directo y en alcance mundial. Acabada la ceremonia, se llevaría a cabo el entierro en la cripta real del castillo de Windsor. Según la filtración del prestigioso periódico inglés, el plan fue diseñado hace más de 20 años por una comisión de renombrados nobles ingleses, al frente de la cual se encontraría duque de Norfolk, Edward William Fitzalan-Howard.