El presidente ruso durante una manifestación conmemorativa del Regimiento Inmortal en Moscú, coincidiendo con el Día de la Victoria sobre la Alemania de Hitler. | Reuters

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El presidente de Rusia, Vladímir Putin, culpa a Occidente de haber creado una crisis mundial a través de las sanciones impuestas al país por su intervención militar en Ucrania, al tiempo que aseguró que la Federación Rusa resiste a este golpe como ya hizo en la Segunda Guerra Mundial. «Estas sanciones están provocando en gran medida la crisis global. Sus autores, guiados por ambiciones políticas miopes e infladas, por la rusofobia, perjudican en mayor medida sus propios intereses nacionales, sus propias economías, el bienestar de sus ciudadanos», señaló en Putin una reunión telemática con miembros del Gobierno.

«Vemos esto principalmente en el fuerte aumento de la inflación en Europa. En algunos países ya se ha acercado al 20 % anual y en la eurozona en su conjunto los precios de las materias primas han aumentado más del 11 %», sostuvo. Para Putin es evidente, que «la continuación de la obsesión por las sanciones conducirá inevitablemente a complejas consecuencias difícilmente reversibles para la Unión Europea, para sus ciudadanos y para los países más pobres del mundo, que ya enfrentan los riesgos de una hambruna».

Para el jefe del Kremlin, «la culpa de esto recae por completo en las élites de los países occidentales, que están dispuestas a sacrificar al resto del mundo para mantener su dominio global». En ningún momento Putin asumió responsabilidades por haber lanzado hace 78 días una campaña militar en Ucrania, que ha provocado, entre otras muchas consecuencias en la economía mundial, que la cosecha de ese país, un importante productor y exportador mundial de grano, haya fracasado este año por la ofensiva bélica. La agencia de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha afirmado que el conflicto en Ucrania ha colocado a 15,7 millones de personas en situación de necesidad de ayuda humanitaria.

El mandatario ruso incluso se presentó como parte de la solución. Afirmó que Rusia espera una cosecha este año de 130 millones de toneladas de grano, incluyendo 87 millones de toneladas de trigo, un «récord histórico» para el país, que le permitirá no solo satisfacer las necesidades internas, sino también «aumentar los suministros al mercado global para nuestros socios». «Eso es muy importante para los mercados globales de alimentos», recalcó Putin. Tampoco mencionó que, según los cálculos del Banco Central, la economía rusa se desplomará este año entre un 8 % y un 10 %, lo que hundirá el PIB del país a niveles no vistos desde 1994, el peor registro además desde que él está en el poder.

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Por lo contrario, Putin sostuvo que Rusia afronta «con confianza» las sanciones sin precedentes, «gracias tanto a una política macroeconómica responsable de los últimos años como a las decisiones sistémicas tomadas para fortalecer la soberanía económica, tecnológica y la seguridad alimentaria» del país. El jefe del Kremlin trazó un paralelismo con la Segunda Guerra Mundial, al afirmar que la victoria soviética sobre la Alemania nazi hace 77 años no solo se logró en el campo de batalla. Se logró también «debido al poder económico de nuestro país, que en ese momento se enfrentó al potencial industrial no solo de Alemania, sino de casi toda Europa», recalcó.

Putin sostuvo que el ritmo del aumento de la inflación se está desacelerando -aunque la tasa anual se sitúa en el 17,77 %-, la balanza comercial exterior es positiva en niveles «récord», el Estado cuenta con un superávit presupuestario de 2,7 billones de rublos (41.989 millones de dólares) y el rublo se está fortaleciendo. Al inicio de la ofensiva militar rusa en Ucrania el rublo cotizaba por encima de las 103 unidades por dólar y hoy se sitúa en 65,79 por billete verde por primera vez desde principios de 2020. El mandatario tampoco teme un elevado desempleo, pese a que a finales de abril el Gobierno afirmara que unos 50.000 trabajadores han perdido sus empleos hasta el momento y otros 98.000 se encuentran de vacaciones forzosas debido al impacto de las sanciones y la retirada de empresas internacionales del mercado ruso. Solo en la capital han cesado su actividad unas 300 empresas internacionales.

«Nuestras empresas productivas están ocupando paulatinamente los nichos que quedaron vacantes tras la salida de socios sin escrúpulos en el mercado interno, incluyendo bienes de consumo, equipamiento industrial y de servicios, maquinaria de construcción y agrícola», sostuvo Putin. El ministro de Desarrollo Económico de Rusia, Maxim Reshétnikov, apoyó la tesis de su jefe de que todo marcha relativamente bien en la economía rusa al afirmar que, ante la presión de sanciones sin precedentes, el país «está demostrando su resiliencia».

«La situación de los mercados de divisas y financieros se estabilizó, no hubo una caída brusca de la producción y un aumento significativo del desempleo. Fue posible evitar la escasez de productos, la ola de demanda apresurada disminuyó» sostuvo. Pese a defender el funcionamiento de la economía, Putin sí mencionó brevemente que la demanda interna «se encuentra rezagada respecto al año pasado» y que «el dinero en las cuentas de empresas y ciudadanos continúa disminuyendo». También Reshétnikov admitió que existen dificultades tras casi dos meses de soportar las sanciones, especialmente en lo que se refiere a la ruptura de las cadenas de suministro y la necesidad de reconfigurar la producción y la disminución significativa de las importaciones.