Hungría acude a Moscú interesada en aumentar la cantidad de suministro de gas ruso que recibe. En la imagen, el presidente Putin durante la conferencia de prensa posterior al encuentro. | Yuri Kochetkov

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Llegó febrero y Vladímir Putin habló en público sobre la complicada situación de la diplomacia a escala internacional por sus movimientos militares relativamente cerca de la frontera de Ucrania. Entretanto siguen los encuentros de trabajo y las sesiones de la diplomacia para tratar de evitar una guerra de la que hace semanas que previene Estados Unidos. Washington y Rusia han retomado en las últimas horas el diálogo sin intermediarios, aunque ello haya servido si acaso para comprobar lo lejanas que se mantienen las posturas.

En concreto el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, mantuvieron una llamada telefónica en la que ambos diplomáticos repitieron lo ya expuesto en previos encuentros. Blinken instó a Rusia a iniciar la «desescalada inmediata» de las tensiones en la frontera con Ucrania, a la vez que reiteró su «disposición» a continuar el diálogo «sustantivo» con Moscú por la vía diplomática, según la versión estadounidense. Por su parte, y de acuerdo al comunicado de Moscú, Lavrov criticó a Washington por «su retórica agresiva» y la «entrega» de armas a las fuerzas armadas ucranianas, e insistió en las exigencias de que se frene la expansión de la OTAN en el este de Europa.

Los reportes hablan de una conversación de unos 30 minutos, que resulta fácil imaginar como un frontón o un diálogo de sordos dado lo antagónico de los intereses de cada cual en toda esta gesticulación ante los ojos expectantes del mundo. En paralelo Blinken señaló en Twitter que «si de verdad el presidente Putin no busca una guerra o un cambio de régimen (...) es hora de que retiren las tropas y las armas pesadas». Sin embargo Moscú ha reiterado en repetidas ocasiones que no prepara ninguna invasión a Ucrania al recalcar que se trata de movimientos militares dentro de sus fronteras, y ha criticado como «histérica» la reacción por parte de Occidente.

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Las palabras de Putin

En las últimas semanas de intercambio de declaraciones y amenazas, de incremento de la actividad militar tanto de la OTAN como de Rusia, la única voz ausente de forma pública era la del presidente ruso. Desde Moscú, y por primera vez desde finales de diciembre, el mandatario rompió su silencio al advertir que Occidente ha ignorado las garantías de seguridad exigidas por Moscú. Entre ellas figuran poner freno a una mayor expansión de la OTAN, en particular a Ucrania y Georgia, y el cese de toda cooperación militar con las antiguas repúblicas soviéticas.

Vladímir Putin dejó la puerta abierta para el diálogo, pero insiste en marcar territorio en su región. Recordó que la autoridad rusa sobre la península de Crimea no puede discutirse, a pesar de que Ucrania promulga su recuperación incluso por vía militar. En este sentido aseguró que las conversaciones deben tener en cuenta las preocupaciones rusas sobre la seguridad en Europa que Moscú planteó a EE.UU. y la OTAN. «Hay que encontrar la forma de garantizar la seguridad y los intereses de todos los participantes en este proceso, desde Ucrania a los países europeos y a Rusia», insistió Putin. El mandatario ruso mantuvo un encuentro con el presidente de Hungría, Viktor Orbán, a quien le aseguró que podía volver a casa tranquilo: su país no iba a sufrir ningún tipo de recorte en el suministro de gas natural, un problema que preocupa a buena parte del Viejo Continente, especialmente en su zona central.

Recordemos que Orbán dirige Hungría desde unas posiciones euroescépticas y ultranacionalistas. Es famoso por mantener, en público y en privado, su teoría de que está en ciernes una invasión de Europa por parte del Sur, y supone habitualmente una molesta piedra en el zapato para el acuerdo y la estabilidad comunitarios. En este sentido se interpreta el acercamiento con Moscú con otro gesto de desautorización de Putin a los valores e instituciones europeos, pocos días después de que el embajador de EE.UU. en Moscú, John Sullivan, entregara la negativa por escrito de Washington a las exigencias del Kremlin.