El primer ministro italiano en la conferencia de prensa de fin de año. En su discurso, Draghi insinuó que estaría dispuesto a aceptar ser jefe de estado cuando se abra el cargo en enero de 2022, diciendo que su gobierno ha sentado las bases para que su trabajo continúe independientemente de quién esté al mando de la república. | Efe

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El Gobierno de Italia ha acordado este jueves una batería de nuevas medidas para contener la expansión de la variante ómicron del coronavirus entre las que figura la vuelta de las mascarillas en espacios abiertos y la reducción de la vigencia del pasaporte COVID, que pasará a tener una validez de seis meses en lugar de los nueve actuales. El primer ministro, Mario Draghi, se ha reunido por la mañana con algunos miembros del Ejecutivo para pactar el marco general de restricciones que estará en vigor en Navidades, en un momento en el que los contagios siguen subiendo en Italia.

El miércoles se notificaron más de 36.000 nuevos positivos, un dato sin precedentes desde noviembre de 2020. En relación a las mascarillas, volverán a ser obligatorias en el exterior, mientras que se exigirá una FFP2 en lugares cerrados como cines, teatros e instalaciones deportivas, así como en el transporte. El Ejecutivo debate también si limitar los precios de las mascarillas FFP2 ahora que quiere fomentar su uso, según la televisión pública.

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Las grandes celebraciones públicas quedarán prohibidas hasta el 31 de enero, mientras que la asistencia a fiestas de Nochevieja en discotecas estará condicionada a que la persona haya recibido una dosis de refuerzo de la vacuna contra la COVID-19 o presente un test negativo. El Ejecutivo que dirige Draghi también quiere acelerar la campaña de vacunación y para recibir la dosis de refuerzo bastará con que hayan pasado cuatro meses desde la inyección anterior, en lugar de cinco.

El pasaporte COVID, clave para acceder a un gran número de sitios en Italia, será válido únicamente durante seis meses, tres menos que hasta ahora. Draghi reconoció el miércoles que la aparición de la variante ómicron ha llevado la pandemia a una «nueva fase», aunque descartó la adopción de medidas tan drásticas como en la primera ola de contagios, cuando se aprobó un confinamiento masivo. Tampoco se contemplan límites en las reuniones familiares de estas fiestas, como sí ocurrió en 2020.