Manifestantes prenden bengalas durante una marcha en el Día de la Independencia en Varsovia, capital de Polonia. Hace tiempo que las autoridades polacas reivindican levantar un muro en la frontera con Bielorrusia. | Reuters

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Inmersos todavía en el análisis del estado de las cosas, la Unión Europea (UE) baraja también posibles salidas al conflicto diplomático que Bielorrusia mantiene con Los 27, y que estos días se expresa con alta tensión en la frontera con Polonia. Una de las posibles soluciones que ya están sobre la mesa en los despachos comunitarios es la instalación de un muro para reforzar los controles migratorios. Europa tiene instalados a lo largo de su frontera exterior varios muros, pero en este caso los representantes comunitarios sopesan la opción de que sea la UE misma quien sufrague su construcción.

He aquí el punto de ruptura. Hasta ahora los muros en Europa que alejaban a unas personas de otras los habían construido siempre los Estados miembro por convencimiento e iniciativa propia. Vivimos la primera vez que se plantea esta opción como medida de respuesta colectiva al envite democrático que plantea Bielorrusia sobre Polonia. Es curioso apreciar como este país, que no es un referente en la defensa de los derechos humanos (especialmente en el caso de colectivos minoritarios como homosexuales y racializados), actúa como catalizador de la posición de occidente, tanto en el marco de la UE como de la OTAN.

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En Bruselas nadie duda de que tras el «ataque» del presidente bielorruso Alexander Lukashenko se encuentra el presidente de Rusia, Vladimir Putin, midiendo la respuesta de Europa a sus presiones. Geopolítica en mayúsculas y en tiempo real. De hecho la excanciller Angela Merkel ya ha hablado telefónicamente con Putin, y las esferas comunitarias confían en que un gesto de Moscú rebaje la tensión. De momento, el único gesto público y notorio de Rusia ha sido enviar bombarderos a sobrevolar la franja de la frontera donde chocan los intereses de los vecinos enfrentados.

Migrants' belongings are seen in the forest as a migrant crisis on the Belarusian - Polish border near Sokolka continues
Las pertenencias de los migrantes ocupan el bosque tras su paso hacia la frontera, cerca de Sokolka. Foto: Reuters.

¿Quiénes son los migrantes encerrados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia? Su origen étnico es kurdo y por tanto su nacionalidad es siria. Probablemente en su mayoría reunieran los requisitos para la consideración de refugiados, al proceder de territorios sometidos por la violencia racial y religiosa. Aunque algunas voces piden a la UE un corredor humanitario para hacer llegar a esas personas la ayuda que necesitan, tras kilómetros y kilómetros de viaje con noches de temperaturas bajo cero, Minsk defiende que cada semana deben atender a miles a las puertas de alcanzar la última etapa de su periplo europeo.

La respuesta de la Unión la compone por ahora un combinado de buenas palabras, calificando de drama la situación de los migrantes damnificados como ha hecho el Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, y un trabajo arduo de números. Por una parte están las sanciones que la UE da por hecho que aplicará sobre Bielorrusia, y de otra el proyecto de construcción de un muro que barre al paso de esas personas y sus compatriotas hacia sus sueños. Es la contestación a la que los expertos llaman guerra híbrida. Extraños tiempos en los que las guerras no lanzan bombas sino personas, como sucedió hace unos meses cuando los policías marroquíes no movieron un dedo por evitar que miles de compatriotas suyos irrumpieran en Ceuta, incluso a nado.