Trabajadores de múltiples nacionalidades han abandonado Afganistán en las últimas horas. En Europa ya se pronuncian las voces que advierten de una posible oleada migratoria. | Reuters

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La llegada al poder de los talibán en Afganistán comporta múltiples derivadas. Una de ellas tiene que ver con el previsible incremento de los flujos migratorios en el Mediterráneo oriental con origen en los movimientos de población huyendo del terror, una cuestión sobre la cual ya se han pronunciado algunos líderes europeos y de nuestro entorno más inmediato.

Por simple cuestión geográfica Grecia es uno de los estados europeos más acuciados por el posible regreso de una oleada de refugiados afganos en sus fronteras. Rápidamente el gobierno griego ha querido marcar distancias y garantizar que no se repitan escenas como las vividas en 2015, cuando sus Islas y su litoral constituían una de las principales puertas de entrada hacia la Unión Europea.

De este modo, el Gobierno griego ha advertido de la posible llegada masiva de refugiados afganos a territorio europeo y ha abogado por una respuesta conjunta en el seno de los Veintisiete. El ministro de Inmigración heleno, Notis Mitarakis, ha confiado en debatir la cuestión en la reunión de ministros de Interior que se ha convocado para este miércoles.

«No queremos revivir lo que vivimos en 2015», ha declarado Mitarakis, que ha defendido una política migratoria estricta pero justa.

Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha anunciado una iniciativa europea para hacer frente a los flujos irregulares de migrantes que se teme que desencadene la toma de control total de Afganistán por los talibán, una acción que sin embargo no ha quedado muy perfilada.

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En un discurso televisado el jefe de Estado galo ha avisado de que aunque Francia seguirá protegiendo «a los más amenazados», «Europa por sí sola no puede asumir las consecuencias de la situación actual».

Macron ha confirmado conversaciones en esta línea con la canciller alemana, Angela Merkel, en asociación también con otros países europeos favorables a construir entre todos «una respuesta robusta, coordinada y unida», y que en la práctica llama a redoblar los esfuerzos de la diplomacia comunitaria sobre el terreno y a dedicar a este fin una ingente inversión de fondos.

Para Macron esta respuesta conjunta supondrá «la lucha contra los flujos irregulares, la solidaridad en el esfuerzo, la armonización de los criterios de protección y la cooperación con los países de tránsito y de acogida» de los afganos que puedan huir en dirección de Europa, como son Pakistán, Turquía e Irán.

El régimen de Ankara se antoja como uno de los principales actores en esta cuestión, dada su posición geoestratégica y la buena relación diplomática que se advierte con las nuevas autoridades talibán de Afganistán.

Asimismo, cabe recordar que Europa ha inyectado hasta el momento en Turquía unos 6.000 millones de euros a proyectos de ayuda humanitaria e integración que han contribuido a mejorar la vida de los cuatro millones de refugiados que en los últimos tiempos han recalado en su territorio, así como de las propias comunidades acogedoras.