Donald Trump, durante su discurso. | CARLOS BARRIA

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En un acto a la desesperada, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, puso en duda los cimientos de la mayor democracia del mundo, al suscitar dudas sobre la integridad del sistema electoral, ante una posible derrota en los comicios y mientras prosigue el conteo de votos.

Fiel a su estilo, el mandatario volvió este jueves a denunciar que es víctima de un fraude sin presentar pruebas, con el escrutinio aún en marcha en varios estados clave, poniendo en entredicho las leyes electorales del país.

En una nueva declaración desde la Casa Blanca sin la participación de periodistas, la segunda desde la jornada electoral del martes, Trump insistió en su idea de que hay votos que son legales y otros que no, sin que las autoridades de los estados hayan denunciado irregularidades en las votaciones, en persona o por correo.

«Si cuentan los votos legales nosotros ganamos fácilmente, pero si cuentan los votos ilegales pueden intentar robarnos las elecciones», dijo Trump en una acusación sin pruebas a su oponente, el demócrata Joe Biden.

Trump, además, expresó su desprecio por el sistema electoral estadounidense y dijo de él que es «corrupto y hace que la gente se corrompa».
Ya en la madrugada de la noche electoral, horas después del cierre de los últimos centros de votación, Trump puso en entredicho la limpieza del proceso, que venía cuestionando desde meses antes de los comicios, en lo que parece ser una estrategia premeditada en caso de una reelección difícil.

Y al mismo tiempo anunció que recurrirá al Tribunal Supremo para denunciar ese presunto «fraude» contra él, con lo que puso en marcha toda su maquinaria legal y la del Partido Republicano para suspender el cómputo en algunos casos, reclamar un recuento en otros o para anular votos por adelantado o emitidos por correo.

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En ninguna de esas demandas se han aportado pruebas que demuestren casos de fraude generalizado.

En uno de estos recursos, en Nevada, un estado clave, la campaña de Trump alega que se permitió votar a unos 10.000 no residentes y que se contabilizaron votos de fallecidos, cuando las autoridades purgan las listas de electores para eliminar estos casos.

Otro ejemplo es una reclamación en Georgia por 53 papeletas presuntamente emitidas tarde que un observador republicano denunció que se habían agregado al montón de los votos por correo que llegaron a tiempo, en una demanda que fue rechazada por un juez.
Y un ejemplo más es el recurso en Michigan para recontar una serie de papeletas depositadas por adelantado sin la supervisión de observadores de ambos partidos, que también fue rechazada por una jueza porque se presentó con el escrutinio prácticamente acabado.
Todas estas demandas corresponden a estados clave en los que todavía no se ha decidido ganador, en distritos de mayoría demócrata o en plazas en las que Trump ha perdido, en lo que parece una estrategia definida para entorpecer que se dé un desenlace contrario.
«Iremos al Tribunal Supremo. Queremos que pare todo el proceso de votación. No queremos que encuentren papeletas a las cuatro de la mañana y las añadan al desastre», dijo en la madrugada electoral el gobernante, cuando iba ya por detrás de Biden en las proyecciones de resultados de los principales medios de comunicación.
La nueva denuncia de fraude de Trump se produjo cuando su rival demócrata suma ya 264 delegados en el Colegio Electoral y se encuentra a un paso de lograr los 270 que le darían las llaves de la Casa Blanca, frente a los 214 de Trump.
De los estados clave por decidir, en Georgia la ventaja de Trump se ha reducido a unos 3.500 votos y quedan por escrutar unos 50.000, en Pensilvania. Ambos tienen una diferencia de 53.000 a favor del gobernante (con 729.000 pendientes) y en Carolina del Norte el margen a su favor es de 76.000, con 348.000 pendientes de escrutar.
Entretanto, en Nevada la ventaja de Biden es de 11.400, con 233.000 sin procesar aún.

El escrutinio en estos estados está siendo inusualmente lento, quizá por la trascendencia del resultado, ya que una victoria de Biden en alguno de ellos supondría su proclamación como ganador.

En otra muestra de su desprecio por el proceso electoral, Trump ha reclamado también la victoria en Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte y Michigan, tres estados, los primeros, en los que aún no hay cifras concluyentes, y otro, el último, en el que las proyecciones le dan como perdedor.

Antes de las elecciones habían salido informaciones que apuntaban a que Trump se disponía precisamente a hacer eso, reclamar la victoria antes de tiempo, y él lo había negado, pero el tiempo ha dado la razón a quienes adelantaban que utilizaría esa estrategia.

En su declaración de hoy, en la que Trump también hizo referencia a presuntas teorías conspirativas contra él, la cadena de televisión MSNBC llegó a interrumpir sus palabras para corregirlo y decir que el presidente estaba faltando a la verdad.
Incluso la cadena conservadora Fox, la favorita del presidente y su gran aliada, comentó tras su intervención que pese a lo dicho por el gobernante no existen pruebas de fraude.
Falta por saber qué repercusión tendrán estas denuncias entre los votantes de Trump, si verdaderamente creen su teoría de que se está fraguando un fraude, pero lo que sí está claro es que esta estrategia no está haciendo sino dividir aún más al país.