El líder opositor ruso Alexéi Navalni, sentado en un banco tras abandonar la clínica alemana La Charité. | ALEXEI NAVALNY HANDOUT

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El líder opositor ruso, Alexéi Navalni, recibió el alta tras 32 días de tratamiento -16 de ellos en coma inducido- en una clínica de Berlín, mientras persisten las incógnitas sobre su envenenamiento y planes futuros. Un nuevo comunicado de la clínica universitaria de La Charité, donde ingresó el 22 de agosto tras desplomarse durante un vuelo interno en Rusia, informó de que el paciente abandonó ya ese centro hospitalario y de las perspectivas de una total recuperación.

«El estado de salud del paciente ha mejorado hasta tal punto que se ha podido concluir con el tratamiento médico de urgencia», precisó el equipo médico de La Charité en un comunicado, el séptimo emitido sobre este paciente.

La evolución de Navalni da espacio para el optimismo en torno a su total recuperación, constataba la nota, en la que se aclaraba que había dejado el hospital el martes.

Navalni llegó a la capital alemana en estado crítico y tras un tira y afloja con el hospital siberiano adonde ingresó en estado crítico; unos días después, el equipo la Charité y expertos del Ejército alemán testificaron que había sido envenenado por un agente nervioso militar del grupo Novichok. Del primer comunicado de La Charité al del alta han pasado 32 días.

La canciller alemana, Angela Merkel, instó entonces a Moscú a esclarecer lo que calificó de «intento de asesinato por envenenamiento»; el Kremlin negó toda responsabilidad en el caso.

Analistas europeos

Sucesivos analistas europeos -de Francia y Suecia- confirmaron la presencia de Novichok. En el entorno del líder opositor se han seguido diversas pistas: del envenenamiento por un té que se tomó en un aeropuerto ruso se pasó a la pista de una botella de agua, en el hotel donde se hospedó en la ciudad siberiana de Tomsk.

En medio de esta compleja situación, en Berlín surgió el debate sobre una eventual interrupción del proyecto Nord Stream 2, el gasoducto que llevará gas ruso a Alemania por el fondo del mar Báltico. Un proyecto heredado por Merkel de su antecesor en la Cancillería, el socialdemócrata Gerhard Schröder, cuyas relaciones personales y políticas con el presidente ruso, Vladímir Putin, iban de la amistad a la alianza de intereses.