Una mujer leyendo un libro en una libreríaen Roma siguiendo las normas de seguridad. | ANGELO CARCONI

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Italia ha reducido este lunes, por primera vez desde que comenzó la emergencia el 21 de febrero, el número de enfermos positivos por coronavirus actuales y registra 181.228 contagios totales, 2.256 más en 24 horas pero la cifra más baja desde el 10 de marzo, lo que confirma que el país está controlando la pandemia.

El número de enfermos positivos actuales es de 108.237, veinte menos que el domingo, y el número de fallecidos es de 24.114, es decir, 454 muertes más en 24 horas, pero en línea con las registradas en los últimos tres días.

El jefe de Protección Civil, Angelo Borrelli, subrayó que «hay 2.537 personas en cuidados intensivos, 62 menos en 24 horas y el número más bajo desde hace un mes».
Las personas curadas son ya 48.877, casi el 90 % se ha recuperado en el último mes, desde el 20 de marzo, apuntó Borrelli.

Son datos alentadores que permiten al país tomar conciencia de que está controlando el coronavirus, pero todavía no hay que bajar la guardia, insistió.

Desde el comienzo de la emergencia, más de 943.000 italianos han sido sometidos a una prueba de coronavirus, dijo el jefe de Protección Civil, quien destacó que la continuación a medio plazo de estos test junto con el uso de aplicaciones digitales que controlen los movimientos de la gente por geolocalización y otras medidas que ayuden a identificar a los enfermos permitirán al país combatir la pandemia «de forma más efectiva que la realizada hasta ahora».

El Observatorio Nacional de Salud de las Regiones Italianas ha elaborado un estudio en el que vaticina cuándo las regiones italianas contabilizarán cero contagios y sostiene que las primeras serán Basilicata y Umbría a finales de abril, mientras que las últimas serán Lombardía y Las Marcas, a finales de junio.

Toscana y Emilia-Romaña no lo lograrán antes de finales de mayo y por ejemplo el Lacio, donde se encuentra Roma, tendrá que esperar hasta después del 12 de mayo.
El país está controlando progresivamente la pandemia y testimonio de ello es la ciudad italiana de Bérgamo (Lombardía, norte), la más afectada por el coronavirus, que presenta por primera vez en mes y medio la sala de urgencias de su hospital Papa Giovanni XXIII vacía.

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«Hemos salido de la fase aguda, lo intentamos y lo logramos. Finalmente hemos conseguido que haya más altas que fallecidos», ha explicado el jefe de la unidad de cuidados intensivos del hospital, Luca Lorini, en declaraciones al diario italiano «La Repubblica».

El hospital tiene a unos 300 pacientes ingresados, pero ya no está al límite de su capacidad, como sí lo estuvo durante los peores días de marzo, y hay camas libres en unidades de cuidados intensivos para enfermos con otros problemas que no tengan que ver con el COVID-19.

Bérgamo respira después de que en marzo cuadruplicara la media de fallecidos en el último decenio, según un informe publicado a finales de ese mes por el diario «L'Eco di Bergamo» y la agencia de investigación y análisis de datos InTwig.

El Gobierno italiano ha decretado el confinamiento nacional hasta el próximo 3 de mayo y después se prevé que el país inicie progresivamente su desescalada, la reapertura de todas las actividades económicas y permita la salida a la calle de los ciudadanos.
Pero de momento se desconocen los tiempos que maneja el Ejecutivo, que detalla el plan con el comité científico.

Los alcaldes de Roma y Milán ya han propuesto que se regule el acceso al transporte público una vez las ciudades vuelvan a permitir la movilidad de las personas para que estos medios de transporte no se conviertan en focos de contagio.

La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, ha sugerido que se favorezca el transporte en bicicleta, también la eléctrica, para que la gente no opte por el vehículo privado en lugar del autobús y el metro y la ciudad quede invadida por el transporte privado que contamina enormemente.

El alcalde de Milán, Giuseppe Sala, también ha planteado la necesidad de que los accesos a los transportes públicos dispongan de un sistema que cuente el número de personas para no sobrepasar un aforo determinado que permita garantizar el metro y medio de distancia entre personas.