Un policía vigila en el hotel Meliá donde el líder norcoreano, Kim Jong-un, se hospeda durante su visita de Estado y durante la cumbre celebrada con el presidente de EEUU, Donald Trump, en Hanoi. | FAZRY ISMAIL

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El líder norcoreano, Kim Jong-un, llegó este martes a Hánoi para su segunda cumbre con el presidente de EEUU, Donald Trump, tras un largo viaje en tren y rodeado de un fortísimo dispositivo de seguridad que lo ha mantenido alejado de las cámaras y sin que se haya dado a conocer casi nada de su itinerario.

Kim cruzó en su tren blindado la frontera entre China y Vietnam a primera hora después de tres días de viaje y ahí se le pudo ver brevemente saludando a la comitiva de funcionarios norcoreanos y vietnamitas que lo recibieron.

El resto del viaje lo hizo en una limusina que lo trasladó hasta Hanoi por una carretera que había sido previamente cerrada al tráfico.

En Hánoi, miles de curiosos se apiñaron tras las barreras instaladas en las calles para ver desfilar su Mercedes de cristales tintados antibala y ante todo a la ingente dotación de tanquetas, motos y todoterrenos que lo escoltaron hasta el hotel Meliá, donde se desplegó de antemano su equipo de fornidos guardaespaldas. En el alojamiento se produjo un tenso episodio cuando aparentemente los responsables de la seguridad de Kim pidieron que se trasladara a los periodistas acreditados por la Casa Blanca, cuyo centro de prensa se encontraba también en el Meliá. Reporteros ahí presentes contaron por Twitter que las fuerzas de seguridad prohibieron tomar fotos desde dentro del hotel y que los guardias se echaron encima de aquellos que intentaron grabar la entrada de Kim en el recinto.

El caso es que los corresponsales de Casa Blanca acabaron siendo trasladados al pabellón dispuesto a unos 500 metros del Meliá para el resto de medios que cubren la cumbre que arranca oficialmente mañana. A Kim, que se desplazó más tarde a la embajada norcoreana en Hanoi nuevamente escoltado por un pequeño ejército privado, prácticamente no se le volvió a ver durante la jornada al tiempo que la práctica totalidad de su agenda para el resto de su estancia en Vietnam se sigue manteniendo en secreto.

Hanói recibe este martes a Trump y Kim Jong-un

Solo se sabe lo que Casa Blanca ha comunicado; que la cumbre no comenzará hasta bien entrada la tarde del miércoles, cuando Trump y Kim «se saludarán brevemente a solas» antes de iniciar una cena de trabajo.

Se desconocen los planes para el jueves, segunda jornada de la cumbre, pero se cree que el formato será similar al de la histórica primera reunión que ambos mantuvieron en Singapur en junio, en la que se vieron cara a cara dos veces durante el único día que duró su encuentro.

De este modo, se cree que este miércoles Kim podría realizar alguna visita antes de la mencionada cena -algunos especulan incluso con que se desplace a una fábrica que el gigante surcoreano Samsung tiene en Vietnam- y que se podría encontrar el viernes, concluida ya la cumbre con Trump, con el presidente vietnamita, Nguyen Phu Trong.

El de Kim es el primer viaje que realiza un líder norcoreano a Vietnam desde la reunificación del país en 1975.

Su abuelo (y fundador de Corea del Norte), Kim Il-sung, viajó en 1958 y 1964 a Vietnam del Norte para visitar al entonces presidente y hoy héroe nacional, Ho Chi Minh, cuyo mausoleo en Hanoi no se descarta que visite el propio Kim Jong-un.

Se espera que en esta segunda cumbre entre Kim y Trump se logre impulsar el proceso de desnuclearización de Pionyang que se planteó en Singapur -y que apenas ha mostrado avances por la falta de una hoja de ruta- y puede que hasta la firma de algún tipo de acuerdo de paz, una posibilidad en la que hoy volvió a insistir Seúl.

El portavoz del Gobierno surcoreano, Kim Eui-kyeom, dijo por segundo día que espera que ambas partes puedan suscribir algún tipo de declaración política que sirva para cerrar la Guerra de Corea (1950-53), que acabó con un alto el fuego y no con un tratado de paz.

Ese documento podría abrir la puerta a un proceso multilateral que incluya también a Seúl y a Pekín y que desemboque en un tratado de paz propiamente dicho.

El armisticio con el que terminó el conflicto fue rubricado por Pionyang, Washington (en representación del Comando de Naciones Unidas que lideró durante la contienda) y el llamado Ejército Popular de Voluntarios chino.

La firma de un tratado de paz, que alejaría para Pionyang la posibilidad de un ataque o una invasión estadounidense, es junto con la rebaja de sanciones la principal demanda norcoreana de cara a implementar un desmantelamiento de sus instalaciones nucleares.