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Las dos Coreas optaron este martes por aliviar la tensión regional durante una histórica reunión celebrada en su militarizada frontera, en la que acordaron reabrir una línea de comunicación militar y facilitar la participación norcoreana en los Juegos de PyeongChang.

El encuentro, el primero de alto nivel que celebran los dos países en más de dos años, fue especialmente productivo y se celebró en un ambiente de inusual cordialidad en la aldea de tregua de Panmunjom, en la militarizada frontera intercoreana.

Durante la reunión, la delegación del Norte comunicó que ha reabierto y que comenzará a utilizar el miércoles una de las líneas destinadas a comunicaciones militares en la región de la costa oriental de la península coreana.

Pyongyang decidió dejar de utilizar esta y el resto de líneas de comunicación Norte-Sur en febrero de 2016 en protesta por la clausura de un polígono industrial intercoreano aprobado por Séul, y su reactivación reduce la posibilidad de que se produzcan errores de cálculo militar en la tensa frontera entre los dos países.

A su vez, el régimen norcoreano respondió afirmativamente a la invitación del Sur para participar en los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran a partir del 9 de febrero en el condado surcoreano de PyeongChang y dijo que tiene intención de enviar una misión al evento.

Esta representación norcoreana estaría integrada por altos funcionarios, animadoras y atletas, aunque el Norte no ha precisado si los deportistas competirían en las pruebas que se disputarán en PyeongChang.

Queda aún por determinar, entre otras cosas, el modo en que los norcoreanos viajarían al Sur (si es por tierra se requerirá un acuerdo militar) o cómo se cubrirían los gastos de la misión, ya que financiar la participación del Norte en PyeongChang podría vulnerar las sanciones que pesan sobre el régimen por sus programas de armas.

También está por ver si Pyongyang aceptaría la propuesta planteada hoy por Seúl para que los deportistas de ambos países desfilen juntos bajo una misma bandera como sucedió en varias ediciones de los Juegos Olímpicos de la pasada década.

En todo caso la intención norcoreana de participar es un gesto importante para apaciguar los ánimos después de un 2017 marcado por las continuas pruebas de armas norcoreanas y el tono beligerante con el que ha respondido al régimen de Pyongyang el presidente de EEUU, Donald Trump.

La delegación del Sur en las conversaciones -comandada por el ministro el ministro de Unificación, Cho Myoung-gyon- pidió también hoy a la del Norte, encabezada por Ri Son-gwon (que dirige el Comité para la Reunificación Pacífica de Corea), su deseo de mantener nuevos encuentros para aliviar la tensión militar transfronteriza.

También pidió retomar por primera vez desde octubre de 2015 los encuentros de familias separadas por la guerra que enfrentó a ambos países entre 1950 y 1953 y que se cerró con un alto el fuego en vez de un tratado de paz.

Por el momento Pyongyang no ha respondido a ninguna de estas dos propuestas, que el Gobierno del presidente surcoreano, Moon Jae-in, ya le postuló sin éxito tras llegar al poder el pasado mayo.

Con respecto a anteriores reuniones de alto nivel Norte-Sur, en el encuentro de hoy se ha apreciado en cualquier caso mayor cordialidad y desenfado (Ri incluso mencionó la supuesta afición del ministro surcoreano por el patinaje sobre hielo), lo que hace pensar en una buena disposición de ambas partes para continuar dialogando.

Las delegaciones han celebrado varias rondas de conversaciones matinales y vespertinas, aunque el Ministerio de Unificación surcoreano ha sido por el momento incapaz de confirmar si la reunión se dará por terminada hoy o si continuará mañana.

La decisión de celebrar el encuentro de hoy llegó después de que el líder norcoreano, Kim Jong-un, expresara en Año Nuevo su deseo de mejorar lazos y enviar una delegación a PyeongChang.

También de que Seúl y Washington acordaran retrasar sus maniobras militares anuales -que el régimen considera como un ensayo de invasión- hasta después de los Juegos.

No obstante, el propio Kim recordó en ese discurso del 1 de enero que su régimen va a seguir optando por el desarrollo de un programa nuclear que disuada a EEUU de intervenir en su territorio y que por el momento no tiene intención de optar por la vía de la desnuclearización que le proponen Seúl, Tokio o Washington.