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El Tribunal Supremo mauritano anuló este martes la pena de muerte decretada contra el joven bloguero Mohamed Cheij uld Mjaitir, condenado por blasfemia por haber criticado al profeta Mahoma, mientras miles de personas salieron a la calle para pedir su ejecución.

Según informaron fuentes judiciales, la corte anuló el veredicto del Tribunal de Apelación de abril de 2016 y ordenó que el caso regrese ante una corte de apelación distinta de la que dictó la condena a muerte contra el bloguero, en un nuevo juicio para el que aún no hay fecha.

Mientras, miles de manifestantes se congregaron desde primeras horas de este martes en Nuakchot y en otras ciudades del país y corearon eslóganes en los que reclamaban la ejecución del «blasfemo».

Las fuerzas del orden aumentaron las medidas de seguridad en diferentes lugares sensibles de la capital mauritana, para prevenir cualquier situación que pudiera surgir tras la lectura del veredicto.

Mjaitir -perteneciente a los Lemaalmine (herreros), un grupo tradicionalmente estigmatizado en la sociedad mauritana y considerado inferior- fue arrestado en 2014 tras haber publicado un artículo considerado como blasfemo contra el profeta Mahoma.

En su artículo, escrito en árabe y que tuvo amplia repercusión mediática antes de ser borrado poco después de su publicación, el joven indicaba que «la injusticia practicada hoy en día» contra su grupo ya fue «ejercida anteriormente por el propio profeta Mahoma durante su vida, cuando intercedía a favor de los árabes y los suyos contra los judíos u otros grupos lejanos».

El bloguero fue condenado entonces a pena de muerte por el Tribunal de Primera Instancia en Nuadibú (capital económica del país, a 470 kilómetros al norte de Nuakchot) y luego la sentencia fue confirmada en apelación en la misma ciudad en abril de 2016.

Aquel tribunal de Nuadibú recalificó el delito como «herejía» en lugar de «apostasía», tras el arrepentimiento del joven durante la vista, lo que permitió pensar que la pena de muerte podría ser anulada.

Durante el proceso del bloguero, la opinión pública mauritana, casi en bloque, ha ejercido una presión inaudita en la calle y en los medios de comunicación para exigir la «ejecución del apóstata».

Miles de personas ya organizaban desde el arresto de Mjaitir marchas semanales cada viernes, tras la oración del mediodía en Nuakchot, para pedir la ejecución del joven.

Por su parte, los ulemas mauritanos han sido unánimes al recordar que el insulto a los profetas está inequívocamente castigado con la muerte y que el arrepentimiento no basta para anular la pena.

El llamado Foro de Ulemas e Imanes para el Apoyo del Profeta Mohamed exigió, en un comunicado publicado recientemente, la ejecución de Mjaitir.

«Pedimos a las autoridades competentes que hagan lo necesario para (...) aplicar la pena de muerte, hasta que (Mjaitir) quede enterrado bajo tierra», indicó.

El único ulema mauritano que tuvo una opinión diferente fue el de la Gran Mezquita de Nuakchot, Ahmedu uld Lemrabot, quien solicitó en el sermón del pasado viernes «dejar que la justicia haga su trabajo».

«El caso está en manos de los jueces y nosotros confiamos en ellos», dijo Lemrabot, a quien se le acusa de ser cercano al poder.

La presión social en este caso obligó a la familia de Mjaitir a huir a Francia por temor a represalias.